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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Santiago se mueve

Santiago no se mueve, sus ciudadanos lo están moviendo y va en una dirección correcta. ¿Entenderán los políticos y los técnicos como aprovechar correctamente esta energía?, porque a veces da la impresión de que van en los últimos asientos del vagón sacando cálculos en vez de intentar tomar la dirección.

Por Antonio Lipthay
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Antonio Lipthay es Arquitecto UC, Magister en Diseño Urbano de London School of Economics (LSE) y socio fundador de Mobil Arquitectos. Planificador urbano y especialista en diseño de alta complejidad. Convencido de que una ciudad bien pensada puede romper con la desigualdad. En twitter @antoniolipthay.

La discusión acerca de cómo moverse en la ciudad de Santiago finalmente ha adquirido importancia en las conversaciones ciudadanas. Ha pasado de ser un tema árido y técnico a instalarse en las calles, las oficinas y las casas de todos.

El transporte es un constante “trending topic” en las redes sociales. La congestión y el colapso de la ciudad son hoy en día lo que un amigo define como ice-braker en todo inicio de conversación. Todo, por el rutinario hecho de compartir experiencias, datos y anécdotas de cómo sortear áreas de gran congestión o cómo conectar de manera más eficiente la red de ciclovías.

Hablar sobre transporte es también una manera de tomar y confrontar posturas. Hay un número menor que sólo circula en auto por la ciudad, otros que buscan la mejor alternativa para organizar su vida eliminando la dependencia vehicular y quienes directamente prefieren ser sólo peatones.

Los santiaguinos tenemos una gran fortaleza: somos resilientes. Sabemos soportar momentos álgidos de congestión, eternas esperas, trasbordos y fallas. Pero no hay que abusar… cada día estamos más cerca del límite.

Pero más que quedarnos en la versión autoflagelante y neurótica de ver un sistema que persiste en operar mal, finalmente tenemos la oportunidad de “visionar” la ciudad sobre la base de un poderoso eje de interés ciudadano: la movilidad. La opinión a todo nivel es que el moverse por la ciudad debe responder a un “sistema” y que este debe mejorar. Esta, sin duda, es una experiencia dolorosamente ganada con el Transantiago… (¿o alguien pensó que las micros eran un sistema?).

Como somos una sociedad en esencia ordenada y amante de las instituciones, parece lógico que exista una autoridad metropolitana capaz de coordinar transporte, vivienda y espacio público. También es necesario que los propios ciudadanos se organicen y mantengan una actitud crítica y constructiva, porque los verdaderos y profundos cambios requieren de tiempo, paciencia, confianza y liderazgo.

Y por ultimo, debemos todos empezar a repetir, casi como un mantra, que una ciudad integrada como espacio y sociedad es aquella que en el tiempo será capaz de impulsar crecimiento y desarrollo. Esa es una tarea para varias generaciones, pero las transformaciones relevantes ya han comenzado y tiene sustento en nuestras rutinas diarias. Santiago no se mueve, sus ciudadanos lo están moviendo y va en una dirección correcta. ¿Entenderán los políticos y los técnicos como aprovechar correctamente esta energía?, porque a veces da la impresión de que van en los últimos asientos del vagón sacando cálculos en vez de intentar tomar la dirección.

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