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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Carrera docente universal: por condiciones dignas para TODOS los profesores de Chile

Día a día, nuestra experiencia en el ámbito particular subvencionado nos grita la fragilidad en aspectos básicos para un desempeño profesional de calidad. El bajo nivel de remuneraciones antes mencionado, la incapacidad operativa de sostenedores para establecer una cantidad de horas no lectivas coherente con la preparación de clases, atención de estudiantes y apoderados, junto al agobio laboral subsiguiente, se disimulan con la selección de alumnos, mecanismos de mercado y una serie de incentivos perversos, largamente cuestionada por todos los actores implicados en el proceso educativo.

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Tomás Vergara es Coordinador Nacional de la @ConesChile y Presidente CEE Liceo Ruiz Tagle de Estacion Central.

Nuestro sistema educacional ha dado un paso relevante hacia la evolución de una estructura compleja y dinámica. Muestra de ello es el énfasis de la ley de inclusión en los fines educativos como centro de la gestión que cada sostenedor deberá implementar. Este acotado repertorio de actividades exige un alto nivel de calidad en el manejo de recursos, lo cual, acompañado de una oportuna fiscalización, redundará en prácticas pedagógicas consistentes e inclusivas.

Con todo esto, resulta alarmante la indefinición respecto de la universalidad de la carrera docente. De persistir realidades de enseñanza disímiles, el sector particular subvencionado se constituye como un alto riesgo, capaz de socavar cualquier avance en términos de “emparejar la cancha” con la educación pública. Esto, debido a que todo esfuerzo institucional por caminar hacia un sistema integrado e inclusivo se contradice abiertamente con la mantención de un cuerpo docente absolutamente disgregado en términos de condiciones laborales mínimas.

Según los datos del primer censo docente de Chile, elaborado el 2012, un 42% de los profesores pertenece al sector particular subvencionado y sus remuneraciones son, en promedio, las más bajas entre todos los profesores -recibiendo $14.624 por hora, contra $16.282 recibidos por los profesores de la educación municipal, y los $17.963 de quienes se desempeñan en establecimientos particulares pagados. Sumado a esto, las precarias condiciones laborales que se viven en muchos establecimientos particulares subvencionados y la nula fiscalización que existe en estas materias, hace ineludible la responsabilidad de mejorar las condiciones de los profesores que ejercen en estos establecimientos.

Día a día, nuestra experiencia en el ámbito particular subvencionado nos grita la fragilidad en aspectos básicos para un desempeño profesional de calidad. El bajo nivel de remuneraciones antes mencionado, la incapacidad operativa de sostenedores para establecer una cantidad de horas no lectivas coherente con la preparación de clases, atención de estudiantes y apoderados, junto al agobio laboral subsiguiente, se disimulan con la selección de alumnos, mecanismos de mercado y una serie de incentivos perversos, largamente cuestionada por todos los actores implicados en el proceso educativo. De este modo, nos inquieta profundamente una la ley que pone fin al lucro, el copago y discriminación, sumida en una tensión -casi exótica- con un plan nacional docente hasta ahora incierto en términos de garantizar los requisitos primordiales para una carrera docente universal, a la altura de los principios promovidos por una reforma considerada estructural.

Si el conjunto de modificaciones impulsados está robustamente avalado por la necesidad de mayor equidad y cohesión social, estudiantes y maestros/as del sector particular subvencionado creemos imprescindible una nueva visión cultural del rol docente, capaz de promover la retención por sobre la deserción de nuevos profesionales y de instalar las condiciones para que cada profesor/a logre, sin menoscabo de su dignidad, ocuparse centralmente de las necesidades de jóvenes y niños/as de este siglo. Así, la universalidad de la carrera docente se constituye ineludible cuando hablamos de una educación de calidad para todas y todos, mejorando el estatus social de los docentes, por lo que el Estado y la sociedad en su conjunto, deberán realizar sus mayores esfuerzos para situar al profesor como un profesional que produce un impacto social.

Tomás Vergara, coordinador nacional CONES

Rubén Sandoval, secretario de Asociación de Profesores de Educación Artística de Valparaíso

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