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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Unión Civil, más que un acuerdo, un registro necesario de otros tipos de familias

Que el Registro Civil lleve la tarea de este nuevo pacto, es una señal positiva de que el estado es laico y busca contener una única realidad entre las personas y trata de eliminar toda diferencia de opción sexual, saber quién es chileno y casado, y ahora chileno y auceado, nos ordena en igualdad de derechos, ahora el matrimonio es el otro paso para nivelar la no discriminación.

Por Octavio Morales Rojas
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Octavio Morales Rojas es Periodista de la Universidad Católica del Norte, activista digital y ciclista, estudió Democracia y Buen Gobierno en la Universidad de Salamanca, hoy es Coordinador General de la ONG Agenda Laica.

¿Qué ofrece una Ley? Deberes y derechos ¿Qué entrega un registro legal o gubernamental? Saber quienes los suscriben y como son protegidos. Que el Estado lleve anotado una categorización evidente de otros tipos de familias que ya existen, no es un gesto de igualdad a gay y lesbianas, sino que a todo aquel que se une a vivir bajo las reglas del Estado, y eso incluye a heterosexuales, ya que la unión de dos personas se realiza con o sin consentimiento, el problema surge en las oportunidades que trae esa desigualdad, como tener menor capacidad de acceso a la vivienda y otros subsidios, acceder al crédito como familia, las desventajas que presenta la tuición de niños y el reparto de patrimonio que trae la muerte de uno de ellos.

El reconocimiento del AUC es un contrato celebrado entre dos personas, ya sea de igual o distinto sexo y tiene como espíritu velar que cualquier ciudadanos pueda optar por ser convivientes civiles, lo que en la regla implica derechos y deberes. Según citas de Gobierno, son más de 2 millones los convivientes y pueden “aucearse”, lo que técnicamente todavía son convivientes solteros.

Este problema de etiquetas no es nuevo, y se debe a la poca responsabilidad del Estado de optar por un camino laico y considerar a la iglesia como protagonistas de sus registros civiles.

La historia de nuestros censos, y como herramienta estadística, en general ha sido equívoca y hasta falsa. Estas consultas en Chile se han practicado desde antes de la República, y aunque el esfuerzo era loable, la participación estaba limitada por el miedo de reclutar una guerra o de soportar algún nuevo impuesto. Frente a eso, el conteo se llevó mediante empadronamientos de contribuciones, matrículas de encomiendas, padrones milicianos del ejército y el más importante de todos, por el “archivo parroquial católico”, el mismo que registró bautismos, casamientos y entierros.

Para reforzar lo anterior, los obispados hacían control de esta información mediante matrículas de confesión, que era el registro que llevaba el cura para ver quien tenía los sacramentos al día. Es por eso que la sociedad se reconstruía mediante una iglesia única y las pocas políticas públicas de la época no sumaron disidentes, que eran protestantes y evangélicos, judíos, árabes, indígenas no bautizados, agnósticos y ateos.

Llegada la República, el intento de censar y registrar, siguen siendo una muestra forzada y oculta de lo que son las familias, antes del RUN o RUT, los certificados bautismales eran inexactos, la iglesia tampoco contaba con un capital humano técnico para corroborar, es por eso que las leyes laicas del gobierno de Santa María buscaron en la constitución legal y civil -y no religiosa- de la familia, documentar tres datos fundamentales de la vida, quien nace, se casa y muere. Aunque el interés de esta clasificación sirvió como estadística, la lógica del bienestar de los datos ignoró hasta hoy, cualquier tipo de familia no tradicional y sólo recién hasta el año 1940 vimos un avance cuando se preguntó por el estado conyugal de las personas, la que incluyó el “anulado”, por más que no estuviese acreditada. Ya el “conviviente” y “separado de hecho”, que fue criticado por si trataba de solteros o no, apareció el año 1952 y consiguió promulgar una nueva Ley de Matrimonio, la que recién el 2004 consideró el divorcio, pero que hasta nuestros días, aún no considera a parejas del mismo sexo.

Que el Registro Civil lleve la tarea de este nuevo pacto, es una señal positiva de que el estado es laico y busca contener una única realidad entre las personas y trata de eliminar toda diferencia de opción sexual, saber quién es chileno y casado, y ahora chileno y auceado, nos ordena en igualdad de derechos, ahora el matrimonio es el otro paso para nivelar la no discriminación. Aún queda por ser más laicos y dejar la moral espiritual para el registro de cada iglesia, la elección es y pasa por cada ciudadano, como así el registro pasa por el Estado y sus reglas.

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