Estimulación no apta para chicas buenas
Según la página de análisis estadísticos FiveThirtyEight, sólo el 7,9% de las mujeres entre 25 y 29 años, se masturba entre dos a tres veces por semana, en comparación con el 24% de los hombres. La diferencia sin duda, es abismal ¿Cómo esperar entonces que las mujeres conozcan sus propios cuerpos y no dependan de los hombres para conseguir el orgasmo? ¿Cómo esperar que las mujeres tengan una vida sexual plena, si ni siquiera tocan sus cuerpos?
Janet Noseda es Psicóloga. Magister en psicología clínica. Especialista en género y diversidad sexual.
Crecimos enredadas en una cultura cristiana, con crucifijos colgados en nuestras casas y a veces sobre nuestras camas, observándonos de noche. Crecimos mujeres. Nos dijeron que masturbarse era malo. Nadie nos explicó en el colegio por qué en nuestra adolescencia sentíamos ese calor en la vagina, esas ganas de tocarnos en la oscuridad a escondidas. Lo hacíamos calladas ¡que no nos fueran a descubrir! Nuestros padres no nos dijeron nada de sexualidad y menos en nuestros colegios. Con suerte, nos dijeron que ya éramos “mujercitas” cuando menstruamos por primera vez y nos compraron toallas higiénicas.
Resulta obvio que no conozcamos nuestros cuerpos, que nos toquemos por encimita cuando estamos excitadas y que lo que conocemos de nuestro cuerpo, es sólo lo que los dedos alcanzan a tocar.
Hace algunos meses escribí sobre masturbación femenina: una guía u orientación práctica que invitaba a las mujeres a tocarse y explorarse, a dejarse cegar por los sentidos y descubrir cada exquisita caricia que emiten las células de nuestra piel… ¡y qué decir de los receptores nerviosos de nuestro clítoris, pezones, labios!
¿Sabías que tu clítoris tiene la misma estructura de un pene, y que la parte que conoces como “clítoris”, esa pelotita que asoma al comienzo de la vagina, no es el clítoris en su totalidad? Así es, ese botoncito mágico, sólo es la punta del iceberg. Corresponde a lo que sería el glande del pene del hombre. Escondido tras la vagina, está la continuación del clítoris, crece hacia ambos lados de los labios vaginales con una estructura carnosa, como unas piernas tras los labios vaginales.
Si te atreves, sacas el crucifijo (es una metáfora…) sobre tu cama y deja de tocarte con miedo a que te descubran. Liberate de ese medio que en la adultez, se vuelve un miedo fantasma, una culpa que está ahí, aunque tus padres ya no estén en la pieza de al lado. Acá una guía para entregarte a la experiencia:
Te aconsejo un espejo y ojalá, tengas buena flexibilidad. También te aconsejo que laves tus manos con agua y jabón antes de la masturbación y por supuesto, también después.
Si te sientas en la cama, de piernas abiertas y te inclinas, abriendo la vagina con tus dedos lo más que puedas, vas a poder observar cómo es, qué color tiene y cuáles son sus recovecos. Con la ayuda de tus dedos, abre los labios superiores de la vagina. Mientras más abras, más permitirás que se asome el glande del clítoris y si estás excitada, notarás que éste crece, lleno de sangre y se engrosa. Toca el glande. Notarás que tiene una sensibilidad mayor que el resto de la vagina. Tócalo por sus alrededores, en forma de círculos y presiónalo, igual como si fuera un timbre, con tu dedo pulgar. Sentirás inmediatamente más y más excitación…
Es importante que te permitas, quizás por primera vez, masturbarte sin estar “calladita”. Dóblate, mírate, introduce dedos. Nota cómo se siente tocar las paredes vaginales por dentro con tus dedos. Descubre qué parte gozas más.
No te avergüences. Tu cuerpo te pertenece por dentro y por fuera: tus entrañas, el interior de tu vagina, tu útero y tus intestinos, son tuyos. Así es que puedes tocarte todo lo que quieras.
Bien. Recuerda la estructura que tiene el clítoris: glande en la punta, que es la parte visible (y a mi gusto la más placentera). Hay mujeres que les gusta tocar el clítoris haciendo círculos alrededor pero no tocarlo, a otras les gusta tocarlo un poco y a otras, les gusta apretarlo con fuerza. Descubre cómo te gusta tocar el glande del clítoris.
Ahora, recuerda que el clítoris sigue por dentro. Es como un micro pene. Esto quiere decir, que ya no tocándote sólo por fuera, te pierdes la mitad de la diversión. Introduce el dedo índice justo atrás de donde se ve el glande para estimular el resto de la estructura. Siéntela. Aprieta y acaricia. Puedes formar una pinza con tus dedos: mientras estimulas por dentro con el índice, estimulas el glande por fuera con el dedo gordo. Si presionas ambos dedos, te aseguro que vas a sentir cosas que ni te imaginabas. Puedes recorrer la parte carnosa del clítoris: esas especies de piernas que están cada una atrás de los labios vaginales. Introduce los dedos y presiona por detrás de los labios y sigue su estructura. Descúbrela desde su nacimiento hasta el final.
Ya ves. Invito a las mujeres que quieren reclamar sus cuerpos como propios, a la maravillosa experiencia de la masturbación, flectando el cuerpo, mirando, observando y, si quieren, utilizando elementos y juguetes para estimular. Para mi gusto, no hay nada mejor que nuestras propias manos de mujer para descubrirse.