Reforma Laboral: obligaciones sin derechos
Los trabajadores independientes tienen, a partir de este año, la obligación de cotizar en una AFP. Y pronto se sumarán otras obligaciones sociales como las de todo trabajador pero con el agravante que carecen -y carecerán- de todo derecho laboral.
Hemos caído en la más grande de las injusticias: tratar a los trabajadores independientes, que emiten boletas de honorarios, como si fuesen trabajadores contratados. Los hemos hecho parte de los costos de las leyes laborales, pero sin que sean reconocidos en los derechos que tiene todo trabajador dependiente. Curioso, por lo menos, tomando en cuenta el discurso de que somos un país donde sólo exigimos derechos, pero donde nadie está dispuesto a cumplir sus obligaciones. Pues bien, acá está el caso al “verrés”.
La ley laboral discrimina al trabajador independiente. La repercusión inmediata es la falta de protección ante impagos -más comunes de los que quisiéramos-, donde el trabajador debe iniciar acciones civiles contra sus deudores, excluidos de la protección que da la Inspección del Trabajo.
La independencia tiene su precio. Una empresa lleva a gastos sus desembolsos, lo que permite pagar menos impuestos ya que estos se calculan sobre las utilidades. Un trabajador independiente, en cambio, debe pagar impuestos sobre sus ingresos. ¿Es esto justo?
Esta diferencia motiva la creación de “empresas”, que son en realidad un trabajador haciendo su labor y que explican -en parte- la cantidad de empresas que existen en Chile. Las empresas tienen beneficios tributarios; los trabajadores independientes no. Los socios de empresas que retiran dinero tiene beneficios cruzados con sus empresas al momento de pagar impuestos; un trabajador independiente carece de ellos, a menos que cree una empresa.
En el pasado se ha permitido que independientes tributen como empresas. Si bien han sido “ventanas”, permite hacer un diagnóstico que determina los beneficios o pérdidas que esto supone.
Avanzar en los derechos de los trabajadores independientes debiese ser una prioridad del país, sin duda, sobre la base del valor agregado y rentabilidad que se puede obtener de ellos. En cuasi-sencillo: mayor PIB al permitir que se desarrollen áreas tales como el diseño, la arquitectura, el periodismo, la economía y otros, donde la independencia es sinónimo de valor agregado para los contratantes. Pero por desgracia no se trata de una prioridad política, donde dos fuerzas históricas inclinan la balanza hacia sus intereses gremiales.
EE.UU. está saliendo de la crisis del 2009 con una novedad: el número creciente de trabajadores independientes o “freelance”. Una oportunidad de emprendimiento personal que nuestra ley coarta. Porque los asalariados independientes son trabajadores y emprendedores. Por ello, se merecen el derecho a ambs beneficios y no sólo las obligaciones laborales.