Don Francis y Michelle: el último adiós de Sábados Gigantes
Los televidentes no sabíamos si estábamos frente a una dolida adolescente que se excusa ante sus padres por llegar tarde a casa o a la Presidente de una Nación que demanda claridad y decisiones de Estado. Don Francis anotó otra estrella para su prestigio de animador a través de una conversación que más asemejó al encuentro de un padre con una hija compungida e insegura. Los chilenos, una vez más, presencian incrédulos este acto lamentable. Porque espectáculo como el de ayer, simplemente, nos avergonzó y humilló a todos.
María Teresa Larraín es Periodista.
Nos impactó anoche presenciar un cúmulo de emociones encontradas que parecía un capítulo más de alguno de los exitosos shows de Don Francisco en Miami. Para nadie habría sido una sorpresa si esta conversación se hubiere dado entre quien fuera Presidente, Sebastian Piñera, amigo de publicitar todos sus pasos frente a las cámaras, o la hubiera dado Berlusconi el ex Presidente de Italia quien usando el encanto de su figura donjuanesca y millones de dólares en el bolsillo, paseó por las cloacas de Italia la dignidad de una República centenaria. Y lo hizo abrazando prostitutas y uno que otro miembro de la mafia siciliana. La decadencia mostrada en todos los ángulos en un continente acostumbrado a la sobriedad y a sus políticos más bien quitados de bulla y sin escándalos.
Si Italia llegó a este espectáculo, del cual está saliendo con éxito, ello se debió a gobiernos decadentes donde los demócratas cristianos y socialistas y representantes de derecha e izquierdas terminaron en la cárcel enjuiciados por corrupción, lavado de dinero y otros delitos. Los cuales también salpicaron al Vaticano. Si hacemos esta comparación es por cuanto lo que presenciamos en nuestro país se asemeja a esta decadencia de la cual la Jefe de Estado es víctima y doliente.
Lamentablemente la Presidente Michelle Bachelet con la entrevista de anoche ha sumado más que restado el merengue de esta torta donde se sirve la codicia, la ambición, la frivolidad, el tráfico de influencias y la vanalidad en el arte de gobernar.
En su conversación con don Francisco ella realiza declaraciones para el bronce: “He pedido la renuncia a todos los ministros y decidiré quien los reemplace en 72 horas más.” Nos dejó a todos con la boca abierta y don Francis con la cara más sombría que noche sin luna.
A Michelle no se le puede criticar su total espontaneidad. Lo que fue un plus que la llevo a gobernar, hoy la deteriora cada día más. La imagen nos mostró a una mujer que la está pasando mal, y que lucha contra sus emociones las cuales la dejan mal. Cohibida y casi murmurando se refiere al caso Caval a su hijo imprudente y a su actitud mientras tomaba vacaciones en Lago Caburga, “lugar donde no me llegaban las noticias” o “fui mal aconsejada”. Los televidentes no sabíamos si estábamos frente a una dolida adolescente que se excusa ante sus padres por llegar tarde a casa o a la Presidente de una Nación que demanda claridad y decisiones de Estado más que lamentaciones de hechos que la ciudadanía todavía digiere como un vendaval que llegó para quedarse, sin encontrar timón alguno para detenerle. Sin fe, sin esperanzas.
No es momento para criticarla ni para llenar espacios con energías negativas. Lo tremendamente doloroso para nosotros como chilenos es constatar que aún tenemos tres años con una persona que nos gobierna con buenas intenciones y mejores deseos, pero que no sabe manejar los desafíos que se le presentan. Que toma decisiones más llevadas por las emociones que por una lógica donde el conocimiento de los temas y el manejo de estos, sin tantos asesores que la blinden, es esencial para realizar las reformas que ella misma dice estar empeñada en sacar adelante.
Por ahora la cebolla de esta teleserie que presenciamos anoche solo nos lleva a lo más doloroso: darnos cuenta que la política se ha farandularizado y que noticias tan importantes como las que dio la Presidente ayer y que hoy nos tiene convulsionados, haya sido transmitida televisivamente sin el encuadre de respeto que todo Jefe de Estado merece. Sin tomar en cuenta a sus más cercanos colaboradores, y a los dirigentes de los partidos políticos. Avasalló en veinte minutos toda la dignidad que nosotros como ciudadanos merecemos. A partir de ahora el cargo de Jefe de Estado podrá ser evaluado por la Jueza de la media tarde televisiva. O por una nueva Lady Gaga o un Mejor Masterchef.
Don Francis anotó otra estrella para su prestigio de animador a través de una conversación que más asemejó al encuentro de un padre con una hija compungida e insegura. Los chilenos, una vez más, presencian incrédulos este acto lamentable. Porque espectáculo como el de ayer, simplemente, nos avergonzó y humilló a todos.