Mayweather y Pacquiao: el combate por la masculinidad
Recientemente se televisó “la pelea del siglo” entre Mayweather y Pacquiao. Esta pelea se constituyó como fenómeno social en sí misma y más allá del ring: fue una verdadera pelea simbólica entre el rico y el pobre, el cobarde y el valiente.
Los denominativos de esta pelea fueron, primero, que uno era el rico y otro el pobre y, segundo, quién era el valiente v/s el cobarde. Ambos ejes cruzado por el tiempo: el antes/después. Así, como en todo fenómeno social – incluyendo el deporte – muchas de las cosas interesantes no ocurren necesariamente dentro del ring, como en este caso, sino que ocurren antes y después de los eventos.
Si bien podemos decir que esto se enmarca dentro de la farandulización del deporte de manera despectiva, es también interesante zambullirse en ella para ver dinámicas de género, específicamente de masculinidad, que se dan allí.
Los espectadores previo a la pugna, son interpelados a tomar partido por el “rico” o el “pobre”. El boxeador afroamericano es un chico con dinero con una imagen personal que proyecta el prototipo de rapero exitoso. En cambio Pacquiao es el chico humilde de un país del sureste asiático que representa a quienes son “de abajo” en la escala social.
Se podría decir que el fanfarroneo v/s la humildad son las dos subcategorías masculinas que están en juego previo al combate y que ambos tendrían dueño. Posterior al evento, y ya con el resultado conocido por todos, la pugna sigue pero en otros términos. Ahora, se dice que Pacquiao entró a la pelea lesionado y pudiera ser sancionado por no estar en condiciones. Lo relevante es, por un lado, que se pudiera menoscabar la capacidad pugilística del contrincante y, por otro, que no estuvo en su capacidad máxima para el evento. Mayweather contesta que Pacquiao es un cobarde pero, por otro lado, muchos de los internautas estaban a favor de Pacquiao también por un aspecto muy masculinizador. Y esto fue porque “Pacquiao salió a buscar la pelea, y no se quedó esperando, sí como Mayweather lo hizo solo para usar el jab”. El cobarde, en opinión de una parte de los internautas, en realidad era Mayweather tanto por el hecho de ser adinerado, o aparentar como tal, y por designar la cobardía en otro, y sin cuestionarse él y su calidad – finalmente – como persona.
Cuando alguien dice algo, y así lo plantea la sociolingüística, es un hecho comunicativo inserto en una trama social que comunica mucho más cosas de lo que se comunica explícitamente. Lo oculto, hasta cierto punto, que nos interesa es qué se comunica en clave masculina y cuáles son los valores “masculinos”.
Como parte de un espectáculo mediático, puede cuestionarse la verosimilitud de los actores involucrados. Pero lo interesante es también ver el mal llamado “espectador” que no es tan pasivo y que despliega (antes y después de la pelea) en Internet su masculinidad en la forma en que adhiere o rechaza a un contrincante u otro. No me sorprende la violencia en el ring, sino la violencia y agresión simbólica fuera – antes y después – de la pelea.
Ahora, la naturalización de la violencia en los hombres – y mujeres también – hace que caigamos en el juego de entendernos en ese lenguaje y no otro.