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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Desde la oscuridad

Mi idea de terror es la que remueve nuestro inconsciente (como El resplandor de Stanley Kubrick) o revive nuestros miedos infantiles, sobre todo a la oscuridad. Y – en ese sentido – la película está bien lograda.

Por José Blanco J.
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José Blanco J. es Profesor de Estado (Universidad de Chile), Doctor en Filosofía y Doctor en Materias Literarias (Universidad de Florencia, Italia). Se ha dedicado a la filología medioeval y humanista, dando especial importancia a Dante, Petrarca y Boccaccio sobre los que ha escrito numerosos libros y ensayos. Ha traducido al castellano textos de cronistas florentinos que vivieron en América en los siglos XVI y XVII. También ha publicado libros de historietas de dibujantes chilenos.

Los que tengan aprehensiones sobre visitar Colombia por la delincuencia desatada y el terrorismo pueden agregar un nuevo elemento: las casas embrujadas.

Santa Clara no existe, pero podría existir. De hecho, los productores la inventaron filmando en Cachipay, Honda. Ambalema y Mariquita.

Ubicada en la selva colombiana, es la típica ciudad en la que conviven las mansiones coloniales con los arrabales pobres, la Iglesia católica con los ritos brujeriles de los indígenas, que no han perdido ni su lengua ni sus tradiciones.

Sarah (Julia Stiles; la saga de Bourne, El lado bueno de las cosas), su esposo Harry (Scott Speedman, Underworld) y Hannah, la pequeña hija de ambos (la casi debutante Pixie Davies) llegan hasta allí por una razón familiar y comercial: hacerse cargo de una papelera.

El padre de Sarah (Stephen Rea; El juego de las lágrimas, V de Venganza) fue el que introdujo esa industria trayendo trabajo, pero también problemas ecológicos. Y éstos han dado origen a almas en pena, como se percatarán los recién llegados a la hermosa casa patronal donde transcurren los hechos.

Como entorno histórico se conmemora la “Fiesta de los Niños Santos”, quemados vivos por los conquistadores españoles, que no cumplieron su promesa de dejarlos libres después del pago del rescate. Para cumplir con éste, sus padres tuvieron que juntar una gran cantidad de objetos de plata, conseguidos incluso de las tribus vecinas.

En pleno siglo XXI, no es fácil realizar una película de terror que aterre. El gore se especializa en figuras asquerosas, los slasher en muertes espantosas, pero no son terror. Mi idea de terror es la que remueve nuestro inconsciente (como El resplandor de Stanley Kubrick) o revive nuestros miedos infantiles, sobre todo a la oscuridad. Y – en ese sentido – la película está bien lograda.

Como en El orfanato de J. A. Bayona (2007), son las almas en pena infantiles las que transmiten el miedo por su dolor. La pequeña protagonista será el blanco de esas presencias y de una extraña enfermedad.

¿Spoiler? Absolutamente no. He dado sólo algunas premisas para introducir una temática que, sin duda, va a gustar a los aficionados al género.

Y, además, se trata de una película cinematográficamente válida.

(Out of the dark, USA/Colombia/España, 2014)

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