Cuenta Pública: parece que todo sigue igual de bien
Aquí no ha pasado nada, sólo será necesario recuperar la confianza de la población que ha quedado marcada con algunos hechos “irresponsables” que han puesto en duda la transparencia. Así parece ser la versión de la realidad que percibe la Presidenta y que quedó reflejado en su presentación de la “cuenta pública” que, a mi juicio, debió aprovechar para dar un tono político autocritico para hacerse las preguntas incómodas para la clase dirigente presente en el congreso.
Guillermo Bilancio es Profesor de Dirección General en la Escuela de Negocios de la Universidad Adolfo Ibáñez. Consultor en Política Empresarial.
Pero, como siempre en este tipo de circunstancias dónde lo solemne y conservador supera a lo relevante, se privilegió presentar la “cuenta pública” con un largo listado de hechos y muchas promesas aún por cumplir, relacionados con la gestión y con medidas de acción táctica que bien podrían haberse anunciado en situaciones puntuales, pero no en esta ocasión especial dada la expectativa que genera este momento en particular.
El comienzo de su alocución dejaba entrever la posibilidad de un discurso profundo, cuándo habla de un momento histórico y de un punto de inflexión, pero finalmente prefirió abordar un relato instrumental y con fuerte propaganda.
Era una oportunidad para romper con el aburrido libreto tradicional y hacerse los cuestionamientos que el ciudadano común se hace, y así recomenzar el romance roto entre los políticos y la gente, es decir, recuperar la salud política para retomar la confianza que permita profundizar la democracia tan hablada y poco practicada.
El tiempo asignado al cambio constitucional, algo determinante en la vida de los chilenos, fue sorprendentemente escaso frente al tiempo dedicado a hablar de cifras, de infraestructura, de programas de acción operativos que intentaron “mostrar gestión” pero eludiendo conversar sobre lo relevante.
La Presidenta quiso mostrar su perfil de “acción” planteando si la mejora de la educación se logra con la distribución de tablets o si la salud mejora con más médicos e infraestructura, si la política será más democrática con mayor participación de la mujer, si con más incentivos al emprendimiento habrá emprendimiento. Pero eso podría dejarlo a sus técnicos.
Este era momento para recordar el modelo de país buscado. El concepto de igualdad y de equidad, la educación y la salud, la competitividad y el desarrollo social, pero no desde acciones puntuales sino desde la presentación de una estrategia país. Un modelo idealizado y compartido y un nuevo marco político, jurídico y legal que permita ponerlo en marcha.
Frente a las dudas, frente a la desconfianza, frente a la incertidumbre y frente a la baja representatividad, era el momento para dar un golpe de timón político, no táctico. El país necesita de un piloto político.
Pasó el momento. Parece que todo sigue igual de bien.