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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Responsabilidad Social Empresarial 2.0

Hace ya unos años atrás se hablaba que las empresas debían pasar de ser un ente netamente económico y generador de utilidades a convertirse en un “ciudadano corporativo”, donde sus procesos productivos y directrices internas debían ser éticamente responsables con sus trabajadores, comunidad y medio ambiente en general.

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Álvaro Riquelme es Ingeniero Forestal Senior en Jaime Illanes y Asociados Consultores S.A. con 10 años de experiencia en temas ambientales. Licenciado en Ingeniería Forestal por la Universidad de Chile.

Siempre me ha llamado la atención el concepto de Responsabilidad Social Empresarial (RSE), y es debido a que es un concepto integrador que abarca a las empresas y sus entornos, pero que originalmente surge sólo del mundo privado y con énfasis en lo voluntario. Actualmente, el seguir con esta visión puede llegar a ser una herramienta de doble filo: ya es ineludible el deber de ponderar todas las expectativas e intereses de la comunidad con la legitimación de la propia organización, a niveles que van más allá incluso del propio territorio en donde se emplaza una determinada faena productiva.

Haciendo un poco de historia, la RSE es un término que en Chile no tiene larga data, de hecho los primeros esfuerzos sobre el tema surgen a comienzos de la década del 90, pero es en la última década cuando más fuerza ha tomado, estando presente ya no sólo a nivel empresarial sino de toda la sociedad civil. Pero ¿qué estamos entendiendo por RSE?; la verdad es que no existe una definición única del tema y cuando uno ve la aplicación práctica en la gestión de las empresas, se mueve desde acciones de beneficencia hasta verdaderas acciones de RSE en donde se desarrollan proyectos que relacionan una visión de negocio (bienes o servicios) con el respeto de valores éticos, de los trabajadores, las comunidades y el medio ambiente, en un esquema de ganar-ganar.

Ante esta variedad de estrategias, surge una nueva pregunta y es: ¿quién regula esto?, ¿quién asegura que los proyectos y programas tengan un sentido responsable y no sean sólo una estrategia de marketing aislada? La verdad es que no existen leyes ni organismos especiales a cargo del tema, ya que dada la voluntariedad inherente al concepto, se basa generalmente en el direccionamiento dado por políticas, procedimientos y estándares de las propias compañías, quiénes a través de la RSE logran beneficios indirectos para el negocio tales como reducciones de costos, mejoramiento del desempeño laboral y una mejora en la percepción de la marca y la reputación corporativa en los clientes y la comunidad en general.

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Hace ya unos años atrás se hablaba que las empresas debían pasar de ser un ente netamente económico y generador de utilidades en un “ciudadano corporativo”, donde sus procesos productivos y directrices internas debían ser éticamente responsables con sus trabajadores, comunidad y medio ambiente en general. Y es ahí donde está el origen de la RSE 2.0, ya que es precisamente este concepto de “ciudadano corporativo” el que ha cambiado en los últimos años, dada una población más empoderada e informada, que no acepta tan fácilmente políticas, procedimientos y estándares corporativos que no se relacionen directamente con la realidad de una determinada comunidad o territorio y que no sean parte integral de la estrategia de la empresa.

Actualmente en Chile existen importantes sectores productivos como el de la minería y energía, quiénes deben lidiar día a día con conflictos tanto medio ambientales como sociales y es precisamente esta visión de la RSE la que podría hacer cambiar la percepción de la gente frente a las empresas, pero dicho accionar debe ser desde etapas tempranas y de manera proactiva.

Esta nueva RSE o RSE 2.0 no es simple, ya que debe considerar primeramente un cambio en la visión y forma de trabajo de las propias empresas, interactuando y relacionándose de manera más directa y genuinamente involucrada con la comunidad; y en segunda instancia tiene que considerar el hecho que deberá hacer frente a una ciudadanía tremendamente activa, que hoy maneja mayor y mejor información y que no sólo demandará recursos o acciones ligadas a RSE, sino que también exigirá que dichos recursos o acciones sean generados de manera éticamente responsable y sustentable.

El que hoy una empresa o proyecto en particular no entienda este nuevo escenario, tendrá como consecuencia que difícilmente logrará una legitimación de su marca, de su inserción en un territorio o de sus mismas acciones de responsabilidad social.

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