Inundaciones en Chiloé, un repaso a la problemática
En Castro (Chiloé), entre O’Higgins y San Martín los sistemas de evacuación de aguas lluvias son muy antiguos. Existe un sistema de sifones, que fue construido hace más de cincuenta años para una población cercana a 7.000 habitantes, donde habían casas prácticamente aisladas y hoy en día no son suficientes para portear el agua escurrida.
Andres Barrientos es Director Ejecutivo Ciudadano Austral: Ingeniero Civil en Obras Civiles de la Universidad de los Andes. Fue ayudante en cátedras de Hidrología y Geología. Ha estudiado políticas públicas, economía y sociedad en diversas instituciones como Instituto Cato, LyD, FJG y ATLAS Network. Columnista en medios nacionales e internacionales.
Hace más de 20 y 30 años, con el paulatino crecimiento que experimentaron las ciudades del país no se consideró las debidas inversiones en sistemas de aguas lluvias. Para nadie es novedad, que en días de fuertes precipitaciones las calles de muchas ciudades del país se transformen en sitios prácticamente intransitables producto de la falta de un sistema de aguas lluvias acorde a la cantidad de población actual.
Para poder realizar un análisis prudente es necesario hacer un repaso a la historia. Las reformas de mediados de los años setenta –hacia un Estado más pequeño y eficiente- permitió que se fusionase la CORHABIT, CORMU, CORVI y COU–que gestionaba los sistemas sanitarios, colectores de aguas servidas-, pero finalmente se dejó a la deriva el mecanismo de limpieza por su baja rentabilidad.
Existen los sistemas de aguas lluvias clasificados en colectores primarios (dependientes del MOP mediante la DOH para ciudades con más de 50.000 habitantes) y los colectores secundarios (dependientes del MINVU a través del SERVIU), regidos por la ley Nº 19.525.
En Castro (Chiloé), entre O’Higgins y San Martín los sistemas de evacuación de aguas lluvias son muy antiguos. Existe un sistema de sifones, que fue construido hace más de cincuenta años para una población cercana a 7.000 habitantes, donde habían casas prácticamente aisladas y hoy en día no son suficientes para portear el agua escurrida. Un problema arrastrado hace décadas, dado que cada loteo que se erige, termina construyendo su propio colector, luego se conecta al adyacente sin mayor estudio de impacto, generándose una ramificación que termina con los colectores secundario en sobrecarga hidráulica. A eso, se suma que, en general, las empresas de aseo y ornato de las ciudades realizan instrucciones deficientes, lo cual finaliza con el personal depositando basura en los sumideros.
Durante la pasada administración se destinó fondos para la limpieza de sumideros y cámaras, política pública que pasó a quedar en el olvido dado la baja tribuna que ofrece para los tomadores de decisión.
Como medida enfocada a corregir los vacíos institucionales, es imperioso avanzar hacia una modernización de ésta, estudiar soluciones privadas a problemas públicos conectándose entre sí para una coordinación efectiva, integrada y con clarificación de responsabilidades entre servicios públicos como el MOP, MINVU (SERVIU) y municipios. Y de ésta forma disponer de mejor forma la incorporación de sus proyectos a la matriz primaria de aguas lluvias, sin afectar su correcto funcionamiento, evitando sobre cargas y creando programa de limpieza, reparación y mantención.
Por otro lado, se debe educar a los ciudadanos para la correcta utilización y depósito de sus residuos (sustentabilidad). Complementando con implementación de estaciones pluviométricas de avanzada tecnología (información instantánea) para la realización de estudios hidráulicos de mayor precisión.
En definitiva, mientras no tengamos colectores primarios lamentablemente continuaremos navegando al interior de las comunas de Ancud y Castro.