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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Lugares oscuros

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José Blanco J. es Profesor de Estado (Universidad de Chile), Doctor en Filosofía y Doctor en Materias Literarias (Universidad de Florencia, Italia). Se ha dedicado a la filología medioeval y humanista, dando especial importancia a Dante, Petrarca y Boccaccio sobre los que ha escrito numerosos libros y ensayos. Ha traducido al castellano textos de cronistas florentinos que vivieron en América en los siglos XVI y XVII. También ha publicado libros de historietas de dibujantes chilenos.

La novelista Gillian Flynn ha declarado: “Hay muchas mujeres que luchan tanto como los hombres por ser buenas, pero que no pueden. Hacen el mal y son violentas”.

Los que han visto Perdida, de David Fincher, no deben tener dudas al respecto, como tampoco los que vean estos Lugares oscuros.

Algunos han considerado a esta novelista como una misógina, pero – en mi parecer – la maldad femenina aparece, sobre todo en esta nueva película, como el corolario de la incapacidad y de la ineficiencia masculina.

Más allá del tema policial, con un suspenso muy bien llevado, me llama la atención cómo se construye una maraña en torno a un jovencito que es manipulado por todos y que pasa la adolescencia en la cárcel.

Libby Day (Charlize Theron) es la única sobreviviente de una masacre en la que fueron asesinadas su madre y sus dos hermanas. Su hermano preadolescente se autoinculpó de los hechos, aduciendo el haber sido impulsado por ritos satánicos, y fue condenado a prisión perpetua.

Veinticinco años más tarde, una sociedad secreta, que estudia casos criminales, se presenta ante ella porque duda de la culpabilidad del joven.

Una verdadera investigación acerca de los hechos deja en claro que hubo otros intereses en juego y que el mal existe, morando precisamente en los “lugares oscuros” de la naturaleza humana.

No debo contar el argumento, que se reconstruye a través de flashbacks. Lo que me queda claro es que el bien y el mal coexisten. Cuando el mal se impone es por debilidad del bien. Y – tal como quiere Gillian Flynn – el sexo débil, cuando se comporta de manera maligna, de débil no tiene nada. Baste ver a la excelente Chloë Grace Moretz (Carrie, La invención de Hugo Cabret, The Equalizer) como Diondra para entender que lo satánico puede ser una moda, pero no así la maldad… ¡que puede ser genética!

Al igual que en Perdida, otro tema es la ausencia del hombre como puntal y símbolo de la seguridad familiar. Ése es, precisamente, el factor que genera el desequilibrio: la ausencia del padre (en el caso de la jovencita de la historia y del muchacho) o – peor aun – su presencia nefasta (un alcohólico, inútil y violento).

Para hacer la atmósfera más irrespirable, está la miseria y el abandono, que tienen como única salida la muerte.

¡Buena película para los que gustan de los dramas con contenido, actrices creíbles y trama bien desarrollada!

(Dark Places. Francia, 2015)

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