Basta de buena onda
"Presidenta. Resuelva los daños colaterales que trajo la Reforma Procesal Penal. Revise las metas e incentivos del Ministerio Público para 'resolver' los actos delictivos".
“Señor director:
Hace una semana fuimos víctimas de un violento asalto al interior de nuestra casa. Lo que vivimos fue un verdadero infierno que terminó con mi marido grave en la clínica. Escribo con rabia e indignación para preguntarles a quienes nos gobiernan y representan: ¿dónde están? ¡Exijo mis derechos humanos! M. Soledad Fuentes”
La carta que acaban de leer apareció el martes en La Tercera. Ese mismo día, en la edición digital del mismo medio así como en otros diarios electrónicos, fue noticia la respuesta que dio la noche anterior la presidenta Bachelet a una espectadora del partido entre Chile y Perú. Confrontada a pronunciarse sobre los diversos hechos delictivos que afectan a los ciudadanos del país, la mandataria contestó “le escuché que dijo eso hace un rato. El viernes le robaron el celular a mi hija, imagínese. Se bajó de la micro y subió un gallo y se lo tiró”.
Confieso que quedé atónito. No es que la vara de este gobierno y de su líder esté muy alta, menos después del “córtenla con la lesera”, pero el ser cívico que llevo adentro sigue esperando, como una especie de reflejo condicionado, que el presidente de un país con historia republicana dé respuestas con algún grado mínimo de seriedad.
Pero no. Michelle Bachelet, como si fuera mi tía hablando con su vecina, le cuenta a la señora ofuscada por la delincuencia que a su hija también le robaron. Como para igualarse. Como para, supuestamente, empatizar. Pucha presi, de verdad se lo digo con cariño, me deprime tener que sumarme al coro de los que la condenan públicamente. Pero hace rato que no entiendo para dónde va, si es que va hacia algún lado.
¿Usted comprende que esa respuesta “simpática” es reírse en la cara de la mujer que le escribe al director del diario y que tiene a su marido en la clínica por haber sido víctima de un asalto? ¿Usted entiende que esa lavada de manos, al decir “hasta a mi familia la asaltan”, es una demostración de que no tenemos el más mínimo liderazgo, de que no hay nadie velando por nuestra seguridad en Chile? Le juro que prefiero a Piñera diciendo “Delincuentes, se les acabó la fiesta”, aunque no lo haya cumplido ni de cerca, a tener un presidente que acepta la derrota y bota su mandato de esa manera.
Presidenta, no queremos más respuestas chispeantes, ni carisma, ni sonrisas. Queremos LIDERAZGO. Queremos que visite las comunas de esta ciudad y de este país para que se dé cuenta de algo: vivimos todos enjaulados, cercados, enrejados, asustados y desamparados. Ya sea en La Granja o en Lo Barnechea, la sensación de victimización es tremenda. Todos conocemos a alguien que ha sido víctima de un asalto, de un robo, de una acción violenta. Déjeme decirle que en mi calle, sólo en los seis meses que van de este año, más de cuatro casas han sido asaltadas y más de diez autos han sido robados. Y usted me viene con que a su hija le robaron el teléfono. No me interesa. No nos interesa. No queremos saber de sus vivencias personales. Queremos que trabaje, que ordene, que lidere, que haga la pega para la que yo y muchos le dimos el voto.
Presidenta. Resuelva los daños colaterales que trajo la Reforma Procesal Penal. Revise las metas e incentivos del Ministerio Público para “resolver” los actos delictivos. Estudie las tremendas limitaciones de Carabineros para poder hacer cumplir la ley cuando se trata de apresar a un delincuente. En buena onda, basta de buena onda. En buena onda, hágase cargo. Por favor.