¿Quién recuerda la Red Vial de Emergencia Ambiental del 2000?
Nuestro gobierno actual es menos audaz. Con emergencia declarada, en vez de decretar el uso exclusivo para el transporte público de 11 avenidas principales como ocurrió en 2000, hoy bajo el nombre de “Ejes Ambientales” se decretan miserables 4.
Rodrigo Quijada es Miembro de Ciudad Viva - Ingeniero de Transporte
Ya nos olvidamos, pero esto de los “Ejes Ambientales” que surgieron en estos días por la crisis de la calidad del aire, tuvo un padre allá en el 2000, con otro nombre: Red Vial de Emergencia (RVE). Y hay cosas que hoy son parte normal de la vida en Santiago que nacieron de la RVE: las vías exclusivas o las vías reversibles como Av. Salvador, por ejemplo.
El año 2000 fue rudo ambientalmente en Santiago. Y el entonces bi-ministro de Transportes y de Obras Públicas, Carlos Cruz, se la jugó con una medida radical: hacerle caso a las locuras de los ingenieros de transporte que le aseguraban con sus modelos matemáticos que si dedicaba la red vial al transporte público, la contaminación bajaría rotundamente. ¿Quién podría creer semejante cosa, en especial considerando que era deporte capitalino aseverar que los principales culpables de la contaminación eran las micros (amarillas) de entonces?
Relatando lo que pasó ese año 2000, Cruz escribió así en un libro posterior: “Declarado el estado de pre-emergencia o emergencia ambiental, se cerraron a la circulación de automóviles las seis avenidas más importantes de la red vial metropolitana, las cuales fueron dedicadas al uso exclusivo de vehículos de transporte público en horas punta. Esas seis avenidas conformaron la así llamada Red Vial de Emergencia (RVE)”.
¿Leíste bien? ¡Los seis principales ejes viales de la capital! Y por “eje” estamos hablando de 11 avenidas: Pajaritos+Alameda+Providencia+Apoquindo, Recoleta+Santa Rosa, Independencia+Gran Avenida, Vicuña Mackenna, Irarrázabal, y San Pablo. Realmente telúrico. La respuesta del público ante el anuncio fue, escribió Cruz, “una ola de rechazos y oposición a la RVE”.
Pero el resultado fue espectacular. En palabras de Cruz, “El éxito de la RVE fue tan notable, que la mayoría de las críticas se vieron abruptamente silenciadas por la evidencia empírica”. El índice de contaminación ICAP con el que se decretan las crisis cayó 30 puntos, y todos los contaminantes que se monitorean se redujeron, según el caso, entre 15 y 20% respecto de un día normal. O sea, ¡las condiciones ambientales además de salir de su nivel de crisis quedaron mucho mejor que un día normal! A eso se agregó, como extra bonus, reducciones promedio en 20 minutos en los tiempos del transporte público. El tiempo de los autos aumentó, por supuesto, pero no tanto como podría haberse esperado.
La RVE se ocupó cinco días ese año, con resultados consistentemente así de buenos. El éxito fue tal que la idea de la RVE se quiso institucionalizar desde el año siguiente, agregándose además dos cosas: (a) vías exclusivas permanentes (como Compañía); y (b) la reversibilidad para ciertas vías con el fin de que el impacto negativo en los autos no fuera tanto. Salió muy bien todo eso, registrándose reducciones abultadas en los tiempos de viaje de los autos, ¡de hasta 70%! A la larga sin embargo el gobierno de Lagos se quedó solo con estos dos últimos inventos (que persisten hasta nuestros días), desechando el núcleo original de la RVE.
En el mundillo del transporte la RVE fue todo un hito. Además del libro de Cruz, se escribieron artículos, papers y mucha prensa. Los ingenieros que proyectaron los resultados rebozaban de alegría al probar que sus modelos matemáticos funcionaban: la técnica por fin había convencido a un político y probado su valor. Algún material de todo esto queda dando vueltas aun en la web, que puedes revisar especialmente en esta página para más detalles.
Pasaron 15 años y ya nadie recuerda la RVE. A Cruz en el camino le perdimos el respeto por sus sucios manejos de dinero en el MOP; su buen acierto con la RVE fue opacado por su conducta posterior.
Nuestro gobierno actual es menos audaz. Con emergencia declarada, en vez de decretar el uso exclusivo para el transporte público de 11 avenidas principales como ocurrió en 2000, hoy bajo el nombre de “Ejes Ambientales” se decretan miserables 4. Y la lista además cuesta harto que impresione: No Alameda, no Apoquindo, no Gran Avenida… en vez, el eje “Los Leones – General José Artiaga”…. ¿General cuánto? (es como para hacerle bullying, ¿no?) Los resultados de estos Ejes Ambientales aportan a la calidad del aire, pero distan de la espectacularidad. Claro. Porque si quieres ganar grande, tienes que apostar en grande. No hay atajos.
Aparentemente al actual Ministro sus compinches de gobierno le torpedearon la iniciativa en todo caso. Porque reconozcamos que a la prensa en mayo él informó que habrían -afírmate- 23 Ejes Ambientales en pre-emergencia. El recortín de 23 a 4, de león a ratón, con una situación más grave incluso (emergencia), merece explicación, pero no nos gastemos en lo que pudo ser y no fue. Por sus actos los conoceréis: lo que hubo al fin fue 4. Eso es lo que quedará en el acta.
Ahora bien ¿son la RVE y los Ejes Ambientales meros parches? ¿O serán tal vez intentonas de algo nuevo que todavía no cristaliza como debe? No sé. Como comentario final vale la pena notar que la última vez que el gobierno calculó formalmente quiénes contaminan Santiago fue en 2005… ¡hace una década! Así que desde hace rato no solo somos menos audaces, somos también más ignorantes. En tales condiciones probablemente vamos a dar varios palos de ciego antes de darle al gato. Pero por lo mismo es valioso recordar la RVE y su mérito: abordó de frente al automóvil, que ya para 2005 se había vuelto más contaminante que las micros en todos los contaminantes que se monitorean, y se había vuelto incluso la principal fuente de contaminación capitalina en algunos casos, como el monóximo de carbono (mira los datos). Los tímidos Ejes Ambientales del presente podrían ser entonces, potenciados con más ganas y sentido de trascendencia, una buena parte de la solución.