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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Prohibido prohibir: La derogación del DFL2 es democracia y justicia en nuestra educación superior

Este hito es el resultado de muchos años de pelea por demostrar que el derecho a la educación se juega, en parte importante, en la participación de su comunidad. También refleja cuántas generaciones fueron privadas de su legítimo derecho a participar en las decisiones de su comunidad educativa, por un decreto impuesto en la dictadura.

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Diego Vela es Investigador de Educación 2020. Ingeniero Comercial, menciones Economía y Administración, Magíster en Economía, Pontificia Universidad Católica de Chile. Presidente de la Federación de Estudiantes de la misma casa de estudios (FEUC) 2013.

Junio quedará grabado en los hitos del 2015, porque fue el mes en el que vencimos el discurso de la derrota en la Copa América, se activó el país para revalorizar la profesión docente y los estudiantes conquistaron el derecho a la organización y la participación en las Instituciones de Educación Superior.

En junio, rompimos uno de los tantos enclaves que nos legó la dictadura cívico-militar: el famoso Decreto con Fuerza de Ley 2 (DFL2), que impedía el derecho a voto de estudiantes y funcionarios en la toma de decisiones en las universidades chilenas y permitía prácticas que atentaban contra la organización estudiantil –aspecto básico de toda comunidad humana–, en los Centros de Formación Técnica (CFT) e Institutos Profesionales (IP). Desde ahora, queda “prohibido prohibir” a las y los estudiantes, académicos y funcionarios la posibilidad de expresar libremente su opinión y la capacidad de abrir caminos para la transformación social de nuestra sociedad.

Este hito es el resultado de muchos años de pelea por demostrar que el derecho a la educación se juega, en parte importante, en la participación de su comunidad. También refleja cuántas generaciones fueron privadas de su legítimo derecho a participar en las decisiones de su comunidad educativa, por un decreto impuesto en la dictadura.

La prohibición a la participación política solamente ha contribuido a reproducir, día tras día, el individualismo y la apatía en la vida colectiva. Ahora, gracias a esta prohibición a la prohibición, las instituciones de educación superior ya no podrán limitar sus formas de gobierno a modelos dictados por juntas militares o esquemas copiados a directorios empresariales, sino que tendrán la posibilidad de construir su proyecto en colectivo, reencontrar el valor del pensamiento distinto y colaborar en el desarrollo de la educación.

Ampliar la democracia robustece la capacidad deliberativa de nuestra sociedad y nuestro sistema educativo, y fomenta la capacidad de diálogo y encuentro entre quienes son diferentes en credo, orientación sexual o posición dentro de una jerarquía. Nos permite ser iguales en la diversidad.

La crisis en nuestra democracia se soluciona con más democracia, no basándose en la lógica de la desconfianza. La derogación del DFL2 es un tremendo paso para cambiar esta lógica y priorizar la confianza, en todos y todas y no sólo en un pequeño grupo. Que quede registrado en la memoria: fue en junio cuando rompimos los candados. Esto ya se está materializando en cambios concretos dentro de las instituciones, la Universidad Austral ya tomó la decisión de no sólo permitirles voz, sino también voto a sus estudiantes. Ahora depende de las comunidades educativas abrir esas nuevas puertas a la participación y la organización dentro de sus casas de estudio, dejando entrar una mejor educación para Chile. El llamado a los y las estudiantes de Chile es a organizarse y trabajar por una mejor educación para todos y todas.

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