¿Hay futuro para la RSE en Chile?
Hace poco me preguntaron cómo veo el futuro de la Responsabilidad Social Empresarial en Chile, cuán desarrollada estará en cinco o diez años más. En ese momento no supe bien qué responder, quizá porque los que trabajamos en esto vivimos en la contingencia, tratando de relevar este tema y de convencer a clientes y autoridades de que el desarrollo sostenible debería guiar nuestras acciones y la RSE es el camino.
Francisca Engdahl es Socióloga y Magíster en Sociología de la Universidad Católica, especialista en temas de RSE y Desarrollo Sostenible. Actualmente dirige el área de Estrategia y Gestión de la Consultora Gestión Social y realiza clases en el curso intensivo de Acción RSE y el Magister en Gestión Estratégica – Mención Negocios Sostenibles, de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Días después me acordé de lo que siempre le decimos a nuestros clientes; “el ideal es que no exista un área de RSE, esta es una forma de hacer empresa y esa forma debe ser liderada por el Gerente General integrándola de manera transversal a toda la organización”. Esa misma lógica se puede aplicar a nivel país: en una década la RSE no debiera existir.
Los programas de RSE en Chile muchas veces aparecen como estrategias adaptativas de los sistemas en un escenario adverso. En una sociedad donde prima lo económico por sobre lo político y lo social, las empresas han tenido que suplir responsabilidades del Estado en pos de mantener en calma el clima social para poder seguir operando. Esto les acomoda a todos los involucrados, ya que permite mantener un estatus quo más menos estable y nos aleja de las preguntas de fondo, acerca del modelo de desarrollo que queremos como sociedad.
Por ejemplo, mientras las empresas crean fundaciones para apoyar temáticas como la educación, a pesar de ser bien intencionado y funcional, como sociedad no reflexionamos sobre el verdadero valor social de una empresa, en materia de disminución de brechas económicas, mejoras en el bienestar de sus trabajadores y proveedores y el pago de impuestos, por ejemplo.
En 10 años más, las empresas no deberían estar preocupadas de la educación, porque como sociedad deberíamos haber consensuado que la educación es un derecho que debe proporcionar el Estado, con calidad por supuesto, y ojalá aprovechando todo el expertise acumulada estos años por diversas organizaciones privadas.
En diez años ojalá la empresa esté sentada en mesas público privadas, preocupada de aportar su conocimiento y eficiencia en el desarrollo de políticas públicas, con un Estado receptivo y atento, que deje de entender a la empresa sólo como fuente inagotable de recursos y donaciones. Una empresa que ya no se entienda a sí misma desde el margen del sistema como ente subsidiario, sino como un actor relevante, que tiene un valor social que va más allá de generar utilidades para sus accionistas.
Por otra parte, en las empresas efectivamente en 10 años la RSE debería estar integrada al negocio, no ser un tema o un concepto, sino una manera distinta de hacer las cosas, una estrategia de negocio propiamente tal. No debería haber Reportes de Sostenibilidad, sino sólo Memorias Integradas. Los Directorios no deberías esperar las nuevas normas que emanan de la SVS, sino ser ejemplo de buenas prácticas sostenibles, y claramente no deberían existir encargados ni área de RSE.
Este es el futuro que veo y que quiero para la RSE en Chile, sin importar que muchos tengamos que reinventarnos en ese camino.