Los chilenos y el negacionismo climático
El modelo de desarrollo chileno se agotó básicamente por dos motivos y que a esta altura ya se han transformado en tendencias globales de nuestra civilización: el cambio climático y la desigualdad social.
Manuel Baquedano es Sociólogo de la Universidad Católica de Lovaina, Bélgica, fundador y presidente del Instituto de Ecología Política, IEP, y autor de La Batalla de Ralco y Tu Huella Ecológica.
El 62 % de los chilenos ubican al cambio climático como el principal problema internacional, muy por delante de la crisis económica mundial y del extremismo islámico. Esta cifra se desprende de la encuesta internacional realizada a más 40 millones de personas de todo el planeta por el centro de investigaciones Pew.
Si existe una opinión tan formada por la ciudadanía ¿Por qué no se traduce esta opinión mayoritaria en una política de Estado para enfrentar esta amenaza, que junto con la desigualdad tienen al Planeta y a nuestro país sometido a una crisis mucho más profunda de lo que alcanzamos a percibir?
El modelo de desarrollo chileno se agotó básicamente por dos motivos y que a esta altura ya se han transformado en tendencias globales de nuestra civilización: el cambio climático y la desigualdad social, ambas han creado una situación global de caos que se manifiesta en oscilaciones extremas tanto lo que sacuden a la naturaleza que es nuestro entorno inmediato como los que afronta a la sociedad en que vivimos.
Los Gobiernos, tanto de izquierda como de derecha, han centrado su accionar en afrontar la desigualdad social, fenómeno que se da en la sociedad capitalista desde su inicio, hace 250 años, como bien lo demostró el economista francés Thomas Piketty en su reciente estudio.
Nadie en Chile, ni en cualquier región del planeta, podría estar en contra de que la lucha hacia la desigualdad es una prioridad. Lo malo es que esta prioridad se hace, en los hechos, a partir de la negación del fenómeno del cambio climático, que es el otro grave problema que afecta nuestro país.
Tres ejemplos de negacionismo climático:
Estando la semana pasada en La Serena, cuarta región, declarada semiárida, un profesor universitario me contó la distancia abismante que existía entre el discurso oficial dominante, del gobierno, el mundo empresarial y académico que trata de convencer a la ciudadanía de que están frente a un fenómeno cíclico, temporal que se llama la sequía, y que corresponde afrontarla con medidas de corto plazo, ayudas, hasta que vuelva el agua… Y la versión que se origina en la percepción ciudadana generalizada de que la región vive una nueva realidad y que lo que sucede es que se terminó el agua .por un largo tiempo, quizás para siempre y que en rigor en esta zona se terminó la sequía pues por el cambio climático se ha transformado en una zona árida, sin agua permanentemente, lo que obligaría a rediseñar el desarrollo de toda esa región.
El segundo ejemplo del negacionismo climático sucedió con los incendios forestales que sacudieron al país el verano del 2015. En relación a la discusión del presupuesto de la nación, Conaf solicitó fondos para realizar un plan extraordinario de prevención pues los estudios internos de ese organismo le señalaban que por el cambio climático los incendios serían muy intensos. Esos fondos fueron negados por el ministerio de hacienda con el argumento de que ese fenómeno podía ocurrir o no y que en cambio iba autorizar al Ministerio de interior a utilizar fondos para afrontarlos en caso de que esa situación se diera. Pues bien esa situación se presentó y el país terminó gastando varias veces más de lo que se había gastado en un plan de prevención.
No vamos a explayarnos en el tema de los anuncios de previsión de lluvias que hace la Dirección Meteorológica, uno no sabe si reírse o llorar por el poco nivel de certeza que tienen. Las predicciones meteorológicas no supieron dar la alarma correcta sobre el aluvión que afrontó el norte el verano pasado y que tantas víctimas y destrozos provocó. Todas las previsiones de lluvia las hacen sobre modelos matemáticos que privilegian el fenómeno de las corrientes marinas, particularmente la de “El Niño”, un fenómeno cíclico, que ha consecuencia del cambio climático se ha tornado en un fenómeno creciente, errante y cambiante.
¿Cuantos equipos para medir los cambios de temperatura del mar tiene esta Dirección para alimentar sus modelos de predicción?, menos que los dedos de un mano. Para intentar una disculpa ante las catástrofe como la Chañaral publicitan la opinión de un científico que declara que estos aluviones en el norte son un fenómeno raro que se presentan cada cien años, conclusión tenemos cien años para preocuparnos nuevamente del tema, negando el hecho real que los cambios climáticos llevan a que este fenómeno se presentara mucho, pero mucho antes de esa fecha.
No puedo dejar de mencionar como clara prueba de que en Chile existe una real negación del cambio climático la nula acogida que la Iglesia Católica ha tenido la encíclica Laudato si, de su máxima a autoridad, el Papa Francisco, donde fija la lucha contra al cambio climático y la desigualdad social como las luchas que deben tener la máxima prioridad. Hasta ahora reina en Chile un silencio sepulcral sobre este documento que señala un mandato de acción sobre los católicos y cuyos miembros forman parte mayoritaria de la elite dirigente del país.
Los que utilizamos la ecología política como guía de pensamiento y acción sostenemos que estos dos fenómenos, el cambio climático y la desigualdad social están en la base de esta situación caótica que vive nuestra sociedad y que solo tendremos éxito en combatirla si afrontamos las dos luchas simultáneamente.
Aceptar la prioridad de la lucha contra la desigualdad social en desmedro de la lucha contra el cambio climático y la restauración ecológica es un grave error que no evitará el desmoronamiento acelerado de la sociedad que estamos presenciando.
Actuemos rápido, pues si no lo hacemos el tiempo del desarrollo sustentable será reemplazado por el tiempo de la sobrevivencia.