Paranoicos del Statu Quo
Nuestra discusión se confunde, los números de aprobación política siguen en picada y los noticieros nos venden el costo de la inseguridad. Chile está paranoico, la tesis del enemigo interno comienza a tomar fuerza y comenzamos a desconfiar de todos, mirando con ojos sospechosos todo tipo de actividad, debemos tener cuidado, cualquier persona puede ser un potencial peligro, y por sobre todo ¡No debemos creer en las nuevas ideas! Gran plan que nos tejieron y caímos redonditos.
Gonzalo Larenas es L&C Consultores, Licenciado en Letras y Literatura, Gestor Cultural, Magíster en Educación y Profesor de la UNAB.
El miedo es la mejor forma de mantener firme el poder cuando éste se encuentra deteriorado. Las cifras de rechazo de nada sirven si nos aterra cualquier otra opción, lo menos malo reina, porque nos mantiene tranquilos, porque por lo menos así no caeremos al abismo que ronda como un fantasma sobre nuestro país o mejor dicho sobre nuestras mentes, ese vacío que nos vienen haciendo creer que existe, sobre todo si aparece un revolucionario demente con ideas nuevas, no importa que tan preparado esté, siempre representará la inestabilidad, porque el miedo al cambio es más fuerte. Deben reforzar nuestro conservadurismo y controlar así cualquier quiebre a la comodidad en la que se encuentran nuestros actuales líderes, a quienes les da lo mismo la crisis de representatividad, porque saben de nuestra incapacidad para reaccionar, nuestro pánico escénico.
Nos controla la paranoia, no sabemos lo que hay afuera, ni siquiera nos asomamos, porque nos contaron un cuento de terror que nos mantiene paralizados, incapacitados para reaccionar, vivimos como en la caverna de Platón, viendo sombras, alejados de la realidad.
El control de masas tiene una receta fija que nunca falla, la han repetido históricamente y a pesar de conocerla no logramos evitarla, esta vez la lección más cercana estaba en Estados Unidos, el país del miedo eterno, del muro que separa la tranquilidad del caos que reina en el más allá.
Es tan fuerte el control psicológico que hoy nos rige, que ni siquiera vamos a votar, porque estamos seguros que saldrá uno de los dos, no hay más alternativas, alianza o nueva mayoría, blanco o negro, los dos gatos que nos rigen a nosotros los ratones, como en el famoso discurso de Mouseland.
Hemos entregado el país en bandeja y nos quejamos repetidamente. Las próximas elecciones saldrá entonces alguien de la Alianza y el cuento se repetirá, vota corrupto o inoperante, si hasta se van turnando para compartir el abuso, mientras dentro del congreso y de las esferas de poder, las caras se mantienen repartiendo sus apuestas, si ayer apoyaron a uno, mañana apoyarán al otro y eso es lo que importa, porque nuestro voto no existe, se queda en casa, encerrado entre rejas, alarmas, pistolas, detectores de humo y remedios para prevenir enfermedades, porque estando sanos también nos asustamos… ¿y si me enfermo?, ¿y si me echan del trabajo?, ¿y si me asaltan?, ¿y si las deudas?
Es hora de pensar antes de actuar, qué es lo que nos da más miedo; la delincuencia o los noticiarios sensacionalistas que como morbosos vemos a diario. Si las nuevas ideas son tan necesarias, si el mundo cambia cada vez más rápido, si la innovación y la colaboración son las nuevas fórmulas del éxito en el comportamiento de las organizaciones, por qué no llevar eso a la política, a qué le tememos tanto, a un cambio o al terror que nos indujeron como en Inception, de forma secreta, gota a gota hasta que nos encerramos por miedo al futuro, a la naturaleza, a las personas, a vivir, cambiar y pensar por uno mismo.