Zombis
El Chile actual es el escenario de una terrorífica película de zombis, la que tiene como principales escenarios La Moneda, el Congreso Nacional, las dependencias de los partidos políticos, las reuniones de los movimientos sociales y cada lugar donde se da la discusión pública
Rodrigo Pablo es Abogado Universidad Católica.
El zombi es un concepto que viene del vudú haitiano que, durante el siglo XX, pasó a la literatura y al cine donde ha sido adaptado por cada autor para conseguir los fines que con sus creaciones busca. El haitiano se origina en el hecho de un hechicero, que a través del uso de ciertos polvos o tácticas, es capaz de robar el alma (en su concepción de alma dual, una de las almas) de una persona, reduciéndola a la esclavitud; por su parte, el zombi contemporáneo nace de una plaga, que nadie sabe cómo llega o bien es creada por algún científico que experimenta con personas, que se contagia por la mordida de un zombi. Siendo lo común a ambas clases, su ser esclavo; ya sea de otro o de sus más bajos instintos, viéndose impedido de pensar, comunicarse con otros y, por ende, desarrollarse como persona, de modo que ya no es calificable como tal, sino como un muerto viviente. Para George A. Romero, creador de “Dawn of the dead”, ellos son una metáfora de las sociedades en las que se desarrolla su concepto.
El Chile actual es el escenario de una terrorífica película de zombis, la que tiene como principales escenarios La Moneda, el Congreso Nacional, las dependencias de los partidos políticos, las reuniones de los movimientos sociales y cada lugar donde se da la discusión pública. Donde hay una verdadera plaga que reduce a la población a masas irreflexivas que buscan hacer frente a la política del país desde sus instintos, sentimientos más profundos y mitos; plaga que se contagia en los medios de comunicación y el sistema educacional, a través de slogans (son las mordidas) que reducen la discusión política a dichos carentes de razonamiento y que impiden la discusión al plantearse como verdades reveladas, las que determinan tanto los fines como los medios de las políticas, y que hacen que quien se oponga a ellos siempre sea visto como un sujeto malo cuya oposición encuentra su base nada más que en la pura maldad, la codicia o los mitos que ocupan su cabeza.
Ejemplos abundan: preguntas tendenciosas en la PSU de Historia; la promoción de la aceptación de las uniones homosexuales por medio de una campaña que, en lugar de explicar con argumentos razonables su posición, se basa en el slogan “estamos todos de acuerdo”, que solo es comparable con un niño que pide a sus padres un juguete nuevo argumentando que “todos lo tienen”; la promoción de reformas que se espera tengan efectos mesiánicos en el país y que por mal pensadas solo conducen a deteriorar la convivencia social y la situación económica de millones de chilenos; y podríamos seguir.
Es esto un factor clave en el alejamiento de las masas de los políticos; ellas no confían en ellos y los ven como un mal necesario o unos más que tienen un trabajo privilegiado. Ellas, como en Dawn of the dead, corren a refugiarse en centros comerciales, entregando la discusión pública a los zombis, a sus discursos de moda y aventuras políticas, siendo sitiados en esos centros donde en la satisfacción de los deseos materiales se espera el hecho indefectible de ser devorados por los muertos vivientes; los que para cumplir sus sueños y desarrollar sus utopías, no dudará en experimentar con nosotros y nuestro futuro, o en hacerle guiños a gobiernos extranjeros para ser promovidos en organismos internacionales, y, por supuesto, en convertirnos a través de sus brillantes slogans en otros zombis. Siendo los más pobres, que no tienen centros comerciales y son abandonados por las clases altas y medias, los primeros en ser devorados o convertidos.
Sobre como liberarnos de los zombis o como dejar de ser uno; en la tradición haitiana ello es mediante la ingesta de sal, y en el arte contemporáneo o por medio de un antídoto o de un tiro en la cabeza. En Chile, ello debería ser por medio del desarrollo de una mentalidad crítica, sin embargo, lamentablemente, de momento parecen haber pocas vías para ello, por lo que deberemos seguir buscando, solos y con pocas esperanzas, la forma de obtener esa cura, como Robert Neville en “I am legend”.