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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Gratuidad: Coletazos de la Discriminación

El Tribunal Constitucional hace unos días estableció que la glosa presupuestaria, correspondiente a educación era abiertamente discriminatoria. Este pronunciamiento trajo varias consecuencias en el gobierno. Ese fallo fue una crónica de una muerte anunciada.

Por José Alvial
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José Alvial es Presidente del Centro de Estudiantes de Derecho de la U. San Sebastián

Pero más allá de cómo quedó establecido el mapa de la gratuidad, luego del fallo del TC, vimos una Presidenta descolocada y sorprendida. Asimismo, los parlamentarios de la Nueva Mayoría intentaban deslegitimar lo dicho por el Tribunal -encargado de velar por la correcta estructuración de las leyes para que no infrinjan la Constitución- afirmando que esto era una jugarreta política de la oposición. Incluso, los más extremos, proponían revisar las atribuciones de dicho órgano, pero lo único que se intentó hacer es precisamente lograr aquello que la izquierda propone con tanto sentimiento y terquedad: “La igualdad”, lo que sin duda resulta muy paradojal.

En este escenario, el gobierno, mediante una “ley corta” – denominación inventada por ellos mismos- quiso arreglar el problema que ellos se generaron, con lo que algunas universidades privadas, que no forman parte del Consejo de Rectores (CRUCH), alcanzaron la gratuidad.

Tras todos estos hechos, hay que señalar que la gratuidad debe apuntar al estudiante y no seleccionarse en virtud a la naturaleza jurídica de las instituciones de educación superior a la que pertenezcan. Al parecer, este punto no lo entienden aquellos que se oponen a que universidades que no son del Estado o, que no sean del CRUCH, accedan a la gratuidad.

Se ha argumentado que el Estado no tiene por qué pagarle a las privadas, porque estas son de mala calidad y lucran a vista y paciencia. Esto se contrapone, por ejemplo, con los cinco años de acreditación en promedio que tienen los planteles privados versus los tres de las estatales.

¿Por qué una persona que estudia en una universidad estatal tiene más derecho no tan sólo a la gratuidad, sino que también a más beneficios que los que estudian en planteles no estatales? Eso es lo que nos preguntamos este 2015 y que el TC recogió y respondió, afirmando que no existe tal supremacía de derechos.

¿Pero qué pasa con los diputados de la “bancada estudiantil”? Parece que solo pelean por las casas de estudios del CRUCH, es decir, solo trabajan por sus compañeros y amigos. ¿Y qué pasa con el resto? ¿No merecen ayuda por estudiar en universidades privadas no tradicionales? Creo que nunca se han preguntado que quizás los planteles de esta naturaleza requieren mayor atención y ayuda más que asfixiarlos con críticas prejuiciosas.

Como si esto no fuese poco, las muestras de improvisación continúan. Pero esto no solo ocurre en educación, sino que en todas las carteras. No hay coordinación interna, no hay un liderazgo presidencial, no existe una convicción conjunta en el oficialismo, hay una crisis interna y es evidente. La disfrazan como “contraposición de ideas”, pero sin duda que a la “Nueva Mayoría” no le queda mucho de vida.

La educación es un tema transversal y todos deben ser escuchados y no apartados del debate por el solo hecho de estudiar en una universidad cuya fundación es posterior a 1981.

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