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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

PSU: el diagnóstico de una fuerte realidad

Una alternativa es que las instituciones avancen hacia tener sus métodos propios de admisión, en el que exista una prueba estándar que aplique al sistema en general, pero que sus resultados no sean totalmente determinantes para el futuro del estudiante.

Por José Francisco Lagos
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José Francisco Lagos es Presidente de la Fundación Chile Siempre

Esta semana se supieron los resultados de la Prueba de Selección Universitaria (PSU) y con eso se dio inicio al proceso de postulación a las instituciones que están adscritas al sistema de admisión. Dentro de estas instituciones están las del Consejo de rectores más ocho planteles que no pertenecen a dicha organización.

Los resultados se dan a conocer en un momento complejo en cuánto a la discusión educacional, ya que muy poco antes el Congreso Nacional aprobó la llamada “Ley Corta de educación” sobre el financiamiento de la educación superior.

Hay algunas discusiones importantes que se dan en torno al proceso de la PSU, la primera es en relación a los resultados y la segunda es en cuanto al mecanismo de selección.

A propósito de lo primero se destacan algunos datos importantes sobre los resultados mismos. En primer lugar, disminuyeron un 75% los puntajes nacionales, lo que aún no ha sido explicado por el Demre considerando que es la única institución que tiene toda la información suficiente sobre el proceso. En segundo lugar, de los 100 mejores colegios según ranking PSU, 94 son particulares pagados, 4 son municipales y 2 son particulares subvencionados. Otro dato importante es que de aquellos colegios 62 son de la Región Metropolitana y 38 pertenecen a todas las demás.

Esta información otorga datos útiles en relación a la realidad educacional de nuestro país, sin embargo lo que más llama la atención es que ninguna de las políticas implementadas por el gobierno apunten a solucionar los problemas que acá se presentan, como por ejemplo la calidad de los colegios a los que asisten los más vulnerables, o el problema de la centralización.

Por otro lado, otra discusión importante es en torno al mecanismo de selección. La PSU ha resultado ser un reflejo de un problema grave en nuestro sistema: no todos los estudiantes del país reciben los contenidos que son preguntados en la mencionada prueba. Ante esa realidad urge cuestionarnos la importancia que le da nuestro sistema a un solo mecanismo como la PSU y la falta de incorporación de métodos diversos que pueden permitirnos obtener resultados distintos.

Una alternativa es que las instituciones avancen hacia tener sus métodos propios de admisión, en el que exista una prueba estándar que aplique al sistema en general, pero que sus resultados no sean totalmente determinantes para el futuro del estudiante. Un sistema inclusivo es capaz de considerar otros criterios de selección, por ejemplo la participación social, el desarrollo académico, las actividades extracurriculares, etc. Las personas y las disciplinas son diversas, por eso es lógico que no a todos los midan con la misma vara.

En segundo lugar, urge incorporar criterios de justicia a los mecanismos establecidos. Por ejemplo, hoy un estudiante simplemente no puede enfermarse el día de la PSU, porque su riesgo es perder todo un año académico. Por eso la prueba se debería realizar dos veces al año, para que quien no se pudo preparar bien o se enfermó, no deba postergar su ingreso a la universidad un año entero, ni dedicarle tanto tiempo a preparar la misma prueba.

Nuestro sistema puede y debe mejorar, por eso los ciudadanos debemos ser capaces de poner estos temas en la agenda. Es una lástima que el ejecutivo esté preocupado de aspectos meramente ideológicos en vez de la calidad de la educación chilena. En esto, debemos avanzar a pesar del gobierno.

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