Recuento internacional del año que terminó
Nuestra región, presentó la derrota del sistema kichnerista; un cambio sustantivo en el parlamento de Venezuela; y un deterioro político y económico en Brasil. Signos claros de que los modelos populistas de gobiernos permanentes, aunque basados en mayorías elegidas, ya no convencen por sus propios fracasos, donde los mismos electores le han quitado apoyo.
Samuel Fernández I. es Abogado (UC), Magister en Derecho (UCEN), Embajador (r). Profesor de Derecho Internacional Público; Comportamiento Ético y Social del Abogado; y del Magíster en Arbitraje, de la Universidad Central de Chile. Académico de diversas Universidades, y de la Academia Diplomática.
El pasado 2015 estuvo pleno de situaciones internacionales, regionales y relativas a Chile. En un mundo interdependiente, y todas repercutieron de alguna manera en las otras y en nosotros. Veamos resumidamente algunas. En el campo mundial, el recrudecimiento de las acciones del “Estado Islámico” y la reacción, desacompasada aunque necesaria de las potencias, y de la comunidad en general, debió activarse ante los avances en Irak y Siria, los horrores cometidos, degollamientos, exterminios, destrozos de patrimonios, y sometimiento a sus poblaciones a un fanatismo extremo. Si bien la reacción actual, se debió principalmente a los actos terroristas en pleno territorio europeo y en Francia, dos veces. Así se pudo dimensionar el verdadero alcance de esta entidad, donde ningún país está verdaderamente a salvo, ni hay tampoco una solución única. Estados Unidos y Rusia, con Europa dividida, sólo coinciden en los bombardeos, pero no en la persistencia de una revolución siria de casi cuatro años y miles de muertos. La mantención de un régimen intolerable, que sirve a otros intereses estratégicos, donde se confrontan las grandes potencias y se mezclan con los de Irán, Turquía, Líbano, Israel y el mundo árabe. Miles de desplazados y dramas migratorios. Sólo hay cierta contención de ISIS, pero la amenaza subsiste y las acciones de terror, pueden repetirse. Hoy recrudecen las divisiones religiosas ancestrales entre Sunitas y Shiitas.
Crecen las pugnas en los mares de China, Vietnam y Japón, y hay rearme en todos ellos. Una preocupación adicional todavía poco dimensionada. Europa, con la crisis de Grecia, no superada; más los separatismos y las dudas sobre la Unión; e indefiniciones políticas en España o Francia, auguran tiempos decisivos. Las materias primas, como el Cobre o el Petróleo, han retrocedido y sus repercusiones nos han tocado fuertemente. Junto al motor chino que se ralentiza.
Nuestra región, presentó la derrota del sistema kichnerista; un cambio sustantivo en el parlamento de Venezuela; y un deterioro político y económico en Brasil. Signos claros de que los modelos populistas de gobiernos permanentes, aunque basados en mayorías elegidas, ya no convencen por sus propios fracasos, donde los mismos electores le han quitado apoyo. Ejemplos significativos para otros, como el ecuatoriano, nicaragüense o boliviano, que comienzan a entender el mensaje de sus ciudadanos. Si bien procuran conservar su hegemonía, o impedir y anular que los cambios se produzcan, democráticamente. Centroamérica ha dicho basta a la corrupción y juzgado a quienes la practicaron. Cuba, pese a la mano norteamericana, poco o nada se ha modificado internamente, hasta que el tiempo deje atrás a la dinastía Castro. Colombia procura un vuelco histórico con las FARC, y habrá que esperar si se materializa. México no resuelve su narcotráfico, violencia y débil institucionalidad, que sigue amenazándolo.
¿Y Chile? Nuestra acción exterior ha sido opaca sin decisión en los asuntos mundiales o regionales señalados. Consabida en foros internacionales, y en los dos años irrelevantes como Miembro No Permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, que concluyó al iniciarse el 2016. Si hubo acciones destacables, no se difundieron adecuadamente. Si en los variados Foros Mundiales, como Asamblea General de Naciones Unidas, APEC, o Cambio Climático, tuvimos iniciativas apoyadas por el resto del mundo, la opinión pública no se enteró.
Demostrativo de una medianía participativa pero intrascendente. En todo caso, nunca aprovechadas en nuestro beneficio, frente a las provocaciones territoriales de Perú, sólo contestadas por notas de protesta, sin respuesta, y retención de nuestro Embajador en Santiago en vez de Lima; o las lamentaciones, acusaciones y apoyos directos o indirectos, recibidos por el propio Presidente de Bolivia; con un revés procesal significativo en La Haya en un juicio que se eterniza.
Si bien hubo cambios en el equipo defensor, reforzamiento en aspectos colaterales, como históricos, comunicacionales, parlamentarios, políticos y otros, tal vez convenientes pero no determinantes, que han servido para extensas y costosas giras. Pero no debemos olvidar que la Corte no sentencia por ellos, sino en derecho, nos guste o no y a pesar de que se argumente lo contrario. El pleito está ya delimitado en su objetivo y alcances legales, por la propia Corte en su sentencia preliminar de competencia. Ello debería concentrar nuestra Contramemoria en julio próximo. No hay mayor objetivo de política exterior de un Estado, que la defensa intransable de su propio territorio. Todo lo demás, puede colaborar y estar al servicio de aquello, hasta los logros personales de nuestros representantes, le están subordinados. Ojalá nuestro potencial exterior se reoriente en acciones, indispensables al más alto nivel sobre los asuntos limítrofes, que superen la tendencia reactiva que fuera la característica casi constante demostrada el 2015.