La culpa es del “Síndrome de Peter Pan”
Aún cuando esto es cierto y estando totalmente de acuerdo con que las políticas medioambientales urgen en Chile y el mundo, creo que esas personas que argumentan que el incendio se podría haber evitado con una óptima política de reciclaje, están tapando el Sol con un dedo.
Nicolás Ward es Periodista. Asesor de prensa y diplomado en redes sociales y marketing digital. Twitter: @nicolaswarde
Hago el siguiente mea culpa: debo confesar que me incluyo dentro de ese grupo de personas que no hacen lo mejor por tener un óptimo ecosistema como todos esperamos. No me autoproclamo como “Súper Reciclador”, como he visto vociferando a varios. Si bien espero ir avanzando y progresando para cooperar con un grano de arena en este asunto tan clave para la sociedad y el mundo entero, no puedo dejar de hacer una reflexión en términos objetivos y generales sobre esta coyuntura contaminante. Una que ha copado la agenda noticiosa de los medios y las redes sociales durante las últimas horas.
Nuevamente en nuestro país, queda al descubierto un hecho ligado a la irresponsabilidad. El vertedero Santa Marta, en la comuna de Talagante, donde se depositan toneladas de basura, se incendió el fin de semana pasado ocasionando una espesa nube de humo sobre la Región Metropolitana –la que se hizo visible esta semana-, generando una masiva preocupación de los habitantes del Gran Santiago por si esta generaba algún peligro para la salud por su toxicidad.
Algunas personas han planteado que el origen del fuego en este basural, se podría haber evitado a través de una mayor conciencia de reciclaje por parte de quienes vivimos en la capital, con lo que no se hace necesario acumular tantos depósitos potenciales de focos de incendios.
Aún cuando esto es cierto y estando totalmente de acuerdo con que las políticas medioambientales urgen en Chile y el mundo, creo que esas personas que argumentan que el incendio se podría haber evitado con una óptima política de reciclaje, están tapando el Sol con un dedo. Pues, el problema mayor, es que las autoridades no tomaron una medida concreta para evitar un siniestro en un lugar donde existen toneladas de basura y que, evidentemente, quedan expuestas para que pueda producirse un incendio de proporciones.
Claramente, el paso siguiente, es generar una mayor cultura de reciclaje. Qué duda cabe. Pero aquellas personas que defienden esta noble y justa causa, deben entender que dichos comportamientos, en su origen, deben ir acompañados de cosas tan básicas como no dejar correr el agua cuando no se está tomando (hace años hubo una campaña para combatir la sequía y cuidar la electricidad), apagar las luces cuando no estamos en una habitación, utilizar la bicicleta como medio de transporte, caminar y, en último término, no usar el automóvil cuando solo estamos a dos estaciones de distancia para movernos -por ejemplo- desde la casa al trabajo.
Pero volviendo al siniestro, no me explico cómo no hay una forma de prevenir un incendio en un basural que prácticamente tiene a toda la Región Metropolitana cubierta con humo tóxico. Jamás me contentaré con el argumento vago y barato de “imposible que se pueda evitar” o “las altas temperaturas lo provocaron y no estamos preparados para este tipo de emergencias”. Me molesta que la cotidianidad del trabajo a medias sea una constante, sobre todo cuando las negligencias producen consecuencias graves como respirar, durante horas -y como si el esmog no fuese suficiente-, olor a basura y aire contaminado.
Más grave aún, es la versión de autoridades que durante las últimas horas, han señalado que el humo no produce ningún efecto dañino. ¡Por favor! ¿En qué mundo vivimos? A todas luces, lo que tenemos frente a nuestras narices, no es más que el “humo irresponsable” de la ineficacia de las autoridades.
Tenemos un país maravilloso, que es el ejemplo de muchos en varias dimensiones, pero todavía estamos al debe en situaciones que podríamos denominar, “la letra chica en el actuar cotidiano”. Si no, pregúntenle al ladrón de gallinas, cuánto tiempo lleva en la cárcel en desmedro del asesino, uno que hoy goza de privilegios inentendibles, digna de una historia de tono sarcástico.
Pero sigamos adelante. Todavía podemos revertir los sinsabores que produce la negligencia diaria de miles de personas que aún viven inmersos en el “Síndrome de Peter Pan”, ese que se caracteriza por la inmadurez en ciertos aspectos psicológicos y sociales. Algo que sabe la empresa a cargo del vertedero, la que culpó a la “inusual ola de calor” como la responsable del origen del incendio en el vertedero. Al menos, aún podemos ir a los puntos limpios que existen en diferentes lugares de Santiago. Hay que comenzar por casa.