Partidos políticos y nueva vida civil: mucho por hacer
Debemos ser capaces de abrir y reconducir el diálogo para que la ciudadanía empatice y se involucre con los grandes temas que siguen aquejando a un país con graves carencias tales como la inclusión social, la igualdad de oportunidades y el combate a la pobreza extrema.
María Soledad Lucero es Abogada y Vicepresidenta Nacional del Partido Demócrata Cristiano.
Antes del receso parlamentario de febrero el Congreso Nacional aprobó el proyecto de ley que fortalece el carácter público y democrático de los partidos políticos y facilita su modernización, por lo que está próximo a convertirse en ley. La profundización democrática y la crisis de confianza nos obliga como país a darnos una legislación adecuada para reforzar el papel que, a pesar del descrédito general, tienen y seguirán teniendo los partidos políticos en el desarrollo nacional.
Según la última encuesta del Centro de Estudios Públicos, más del 50% de los consultados declara nunca leer noticias sobre política y más de un 90% indica nunca haber trabajado para un partido o un candidato. Los indicadores de desafección política resultan más dramáticos cuando los contrastamos con procesos de alta relevancia, como el iniciado recientemente para generar una nueva Constitución.
Una de las propuestas del nuevo marco legal asigna un rol a los partidos en la formación política y cívica de la ciudadanía y de sus afiliados. Es destacable la amplitud con la que se aborda este deber, ya que parte del nuevo trato que debemos generar quienes nos dedicamos a la vida política, se traduce en reconstruir un puente que una el trabajo interno partidario con la comunidad, vinculándolo a la labor que realizan las organizaciones sociales territoriales y funcionales y contribuyendo así a la formación política de la ciudadanía.
Aunque en términos de involucramiento y discusión política estamos en un contexto muy distinto del que vivió Chile y el mundo a mediados del siglo pasado, debemos ser capaces de abrir y reconducir el diálogo para que la ciudadanía empatice y se involucre con los grandes temas que siguen aquejando a un país con graves carencias tales como la inclusión social, la igualdad de oportunidades y el combate a la pobreza extrema. En ese sentido, la reforma legal a los partidos políticos es una coyuntura que debemos aprovechar, entendiendo que los partidos políticos son protagonistas de la vida civil y requieren ser vehículos de movilización de la voluntad popular, modernos, transparentes y que hagan gala de los principios y valores que los sustentan.
La futura ley de partidos dará pie a que los partidos políticos den cuenta, tanto a sus afiliados como a la ciudadanía, del trabajo que realizan. En este sentido, exigir transparencia en su funcionamiento e incorporar criterios de democracia interna son criterios que debemos defender en cada momento. Por su parte, los afiliados o militantes tendrán el derecho a exigir formación política y en ese sentido los partidos deberán destinar los recursos que se asignen para organizar encuentros, conferencias, cursos, seminarios y estudios, de modo de llevar a cabalidad su cometido en esta materia.
Promover una formación ética de los militantes, avanzar en el conocimiento de los derechos y deberes políticos de los ciudadanos y profundizar el estudio de metodologías de participación social efectiva son algunas ideas que podrían contribuir a aprovechar la ventana de oportunidades que se abre en el contexto de las reformas políticas que está discutiendo el país.