El mundo de la solidaridad y la mujer
Estudios dicen que sabemos escuchar, trabajar en equipo y resolver conflictos. Que somos creativas, sensibles y tenemos facilidad en la comunicación, atributos clave en el desarrollo de empresas y organizaciones sociales, sobre todo si el trabajo principal implica interactuar con otros.
Alejandra Pizarro es Directora Ejecutiva Comunidad de Organizaciones Solidarias
El día 8 de marzo se conmemoró el Día Internacional de la Mujer. Si bien hay muchas historias sobre cómo se instauró, lo cierto es que se remite al mismo hecho de fondo: reconocer la lucha por la igualdad, la justicia y los derechos de la mujer, de manera formal. Hoy en día las mujeres damos pruebas de nuestra valía en todos los ámbitos, no sólo los típicamente “femeninos” o del “sexo débil”.
Uno de ellos, y del que no se habla mucho, es el trabajo solidario, el de terreno. Éste implica pasar muchas horas atendiendo, cuidando y confortando a quienes lo necesitan. Muchos de estos trabajos, además, implican un alto grado de sacrificio familiar y de su vida personal.
Como ejemplo del espectro en el cual las mujeres nos desempeñamos al ayudar a los demás, hay actos disímiles e igual de importantes. Así, es usual ver tanto a jóvenes voluntarias entregando comida a personas en situación de calle, como a otras en distintas organizaciones sociales que se las juegan en la arena política para lograr mejoras en sus áreas de injerencia.
Aún se puede observar una cierta discriminación, tanto positiva como negativa. Entre las últimas, aún no es tan frecuente como quisiera ver a más de mis pares en mesas de directorio, tomando grandes decisiones. Un estudio del Instituto de Investigación en Ciencias Sociales (ICSO-UDP) señala que la exclusión de las mujeres de altos cargos de toma de decisiones va mucho más allá de la representación política: se advierte un 34% de presencia de mujeres en cargos directivos en el servicio público, número aún más bajo en el sector privado empresarial (menos del 5% en sector minero, celulosa, salmoneras, financiero y retail). Estas bajas tasas de mujeres en cargos superiores se dan también en universidades, clínicas privadas, gremios empresariales e incluso sindicatos. Otra cifra, no muy halagüeña: según la Superintendencia de Pensiones, en Chile, la brecha de sueldos entre mujeres y hombres se redujo levemente en 2015, posicionándose en 15,5%. En 2014, la brecha era de 16,4%, y en 2013, de 16,7%.
Y en lo positivo, en el día a día del trabajo solidario, estamos involucradas ayudando en la educación escolar, a enfermos, a adultos mayores… En eso, sí, nuestra condición de mujeres nos juega a favor. ¿Cómo aportamos las mujeres en nuestros espacios de trabajo? Estudios dicen que sabemos escuchar, trabajar en equipo y resolver conflictos. Que somos creativas, sensibles y tenemos facilidad en la comunicación, atributos clave en el desarrollo de empresas y organizaciones sociales, sobre todo si el trabajo principal implica interactuar con otros.
Como Comunidad de Organizaciones Solidarias, llamamos a las mujeres, a volver al inicio, a recordar los esfuerzos que inspiraron a nuestras abuelas y bisabuelas. A recoger esos desafíos y hacerlos propios. Podría dar más ejemplos y cifras, pero para redondear creo que, si trabajamos en conjunto, tanto entre nosotras como con nuestros pares masculinos para lograr que se cumplan los objetivos que se celebran este día, un poquito cada vez, podremos ciertamente mover las más grandes montañas en favor de todas nosotras.