El lloriqueo y los efectos de la incertidumbre
"La relatividad para juzgar hechos graves que afectan a la ciudadanía es una clásica respuesta de quienes han manejado el país desde sus sillones empresariales enquistados en el baluarte político donde se apoyan: los partidos políticos".
María Teresa Larraín es Periodista.
Nos amanecemos con las palabras del máximo dirigente de la Compañía Papeles y Cartones, Eliodoro Matte Larraín, quien anuncia su retiro de la empresa echándole la culpa al empedrado empresarial.
“Me voy frustrado y dolido”, señala. “Hemos sido tratados con una dureza muy grande, mientras otras empresas no han dado siquiera una explicación por casos gravísimos de cohecho y financiamiento ilegal de la política. En la Papelera hemos cumplido siempre la ley y hemos actuado a través de los gremios, que es lo que corresponde. Este caso es grave, nunca lo hemos negado, pero los gremios sacaron partido para limpiar su imagen, porque involucra un producto masivo como el papel confort y a la familia Matte, que había estado absolutamente al margen de todos los casos que conocemos. Si no nos hubiéramos auto denunciado, ¿nos habrían suspendido igual, o hubieran esperado un requerimiento de la fiscalía, como sucedió con los pollos? Estamos de acuerdo con que se nos investigue y sancione si corresponde, pero habríamos esperado que la vara fuera igual para todos. Y no me estoy victimizando, solo es parte de la frustración que siento”, sostuvo.
La relatividad para juzgar hechos graves que afectan a la ciudadanía es una clásica respuesta de quienes han manejado el país desde sus sillones empresariales enquistados en el baluarte político donde se apoyan: los partidos políticos que les sirven y los parlamentarios afines. Integran, entonces, poderosos gremios que deciden sobre la vida de sus empleados y trabajadores paralizando toda acción del Gobierno que desee corregir esta desigualdad. Presionan ante el Parlamento y Ejecutivo con penas del infierno impidiendo una Reforma Laboral que posibilite la organización sindical interempresas en la defensa de sus demandas laborales. O sea, defensa corporativa entre los gremios empresariales y nada para la justa defensa de quienes dependen de ellos, los trabajadores.
Esto es injusto y una incongruencia constante en lo que debiera ser una relación justa entre empleadores y trabajadores. La Ley del embudo que sólo promueve injusticia social y más desigualdad.
La queja de Eliodoro Matte no es nueva. No soluciona el hecho que los chilenos siguen pagando sobreprecios por un producto tan esencial como es el confort y papel tissue. Tampoco se ha visto en el proceso de investigación a Sernac y Fiscalia Nacional Económica exigiendo una respuesta real al daño producido. No bastan las declaraciones rimbombantes de estas entidades. Lo que se pide es acción. La ciudadanía, una vez más, se entera que el Estado carece de herramientas legales para enfrentar a estos mandamases del negocio. La legislación es débil y no hay posibilidad alguna de cambiarla mientras en el Parlamento estos gremios sean reverenciados cada vez que abren la boca.
Eliodoro Matte pudiera haberse retirado a su casa tranquilo, obteniendo admiración más que rechazo público. Ello si con una sola mano hubiera firmado la orden para reestudiar el costo del agravio que la colusión de precios significó para los consumidores. Esta no sería otra que bajar el costo de los productos involucrados a, por lo menos, un 50% de su valor actual. Sus palabras y lloriqueos en nada solucionan los efectos dañinos de la empresa que el dirigió durante 40 años y que hoy está investigada.
Las lamentaciones del ex Presidente de Papeles y Cartones semejan un pateo en la mesa de las decisiones donde los grupos empresariales se juntan y deciden sobre sus negocios y la vida de todos nosotros.
En algunas días más estarán nuevamente juntos brindando por el éxito de sus lobbismos en el Parlamento y en la Casa de Gobierno. Ello en torno a una Reforma Laboral que dicen paralizará la inversión y el crecimiento económico. El miedo les corroe porque unidos no temen a nada ni a nadie. Se olvidan de la otra pata de la mesa: los trabajadores. Actores esenciales en toda gestión productiva. El éxito estará, entonces, en el negociar en igualdad de condiciones o sea a través de interempresas. Al igual que las uniones gremiales existentes hoy en Chile, agrupadas en Cámaras y Confederaciones, legajos antiguos de un fascismo trasnochante.
Reconocer esta igualdad es esencial para todo crecimiento y desarrollo social, garante de una auténtica democracia.
El llanto seguirá. Unos porque sus pares no les apoyan y otros porque vivir en estas incongruencias solo testimonian el limbo donde nos insertamos. Que no es otro que seguir de rodillas frente al empresariado que, con colusiones o no, impone sus reglas. Estas, enjuiciadas públicamente solo quedan en eso, en un lamento simbólico. Y nada más.