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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Paris, Bélgica y los atentados de la intolerancia

El que mata o lo intenta, cree que sus ideas, creencias y convicciones son más importantes que la de los demás, que el grupo al que pertenece lo es todo, con sus vínculos morales, religiosos o nacionalistas.

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Ernesto Evans es El Dínamo.

La brutalidad del último atentado en Europa remece al mundo. Los ataques con bombas en el metro y en el área de salida del aeropuerto de Bruselas-Zaventem de Bélgica, un poco antes de las ocho de la mañana del martes, ha tenido como efecto muertos y terror.

Obviamente, ante esto, surge la pregunta por la causa de tanta irracionalidad, violencia y muerte.

PRIMERO, Bélgica, según un articulo de l BBC, es “uno de los más pequeños de Europa Occidental, posee la más alta tasa per cápita de yihadistas combatiendo en Siria e Irak que cualquier otro país de la región”. Las autoridades belgas creen que hay unos 300 belgas combatiendo en las filas de las organizaciones armadas en Irak o Siria.

Bélgica es un país con un muy buen índice de bienestar, respecto de sus condiciones de vida materiales. Así lo afirma la OCDE Better Life Index, con un ingreso familiar promedio mejor que otros países dentro de la organización. Además de buena educación, salud, transporte y trabajo. Aún así, el mismo índice destaca que “la brecha entre los más ricos y los más pobres es considerable; la población situada en el 20% superior de la escala de ingresos gana alrededor de cuatro veces lo que percibe la población que ocupa el 20% inferior”. En otras palabras, hay quienes se sientes desprotegidos, marginados, aún en una sociedad rica.

SEGUNDO, hay un grupo regido a rajatabla por la ley islámica o sharia, que está en guerra con el resto del mundo. Se auto denominan Estado Islámico, y tienen en 70% del territorio Sirio, según Rusia. En un informe de Jessica Lewis McFate, analista del Instituto para el Estudio de la Guerra de Washington: “El marco estratégico del ISIS se corresponde con una campaña de tres objetivos: defenderse dentro de Siria e Irak, expandir las operaciones a nivel regional, y perturbar y reclutar en una escala global”. Este es el caso de los atentados en Bélgica.

TERCERO, sin estar de acuerdo en todo lo que se expone en el Tratado de ateología, cobra relevancia de planteado por el filósofo francés Michel Onfray, quien postula que “las religiones monoteístas han llenado el mundo de sufrimiento”, pero en el sentido que, si unos pocos son capaces de tomar de manera radicalizada las banderas del Islam, y llevan una batalla poniendo bombas, disparando metralletas, atentando contra ciudadanos inocentes en cafés, estadios, vagones de metro, -y otras atrocidades-, es inconcebible; si en nombre de Alá, está permitido matar, destruir, dañar, mutilar, sin duda que es una religión que está causando mucha consternación y sufrimiento.

CUARTO, la pregunta, entonces, es por lo que está en la cabeza y sentimientos de los que atentan, ponen bombas, disparan metralletas contra la población, incluso suicidándose. Se atenta contra personas la mayoría de las veces desligadas de los procesos políticos, inocentes, gente que va a trabajar, comprar o visitar a alguien; se sienten felices, preocupados o disgustados, y de pronto explota algo y todo termina. Para el que atenta no hay personas, hay instrumentos útiles para adicionar otra ficha letal de su propaganda de sangre. El que mata o lo intenta, cree que sus ideas, creencias y convicciones son más importantes que la de los demás, que el grupo al que pertenece lo es todo, con sus vínculos morales, religiosos o nacionalistas.

Además de las consideraciones geopolíticas del conflicto, es importante analizar las condiciones psicológicas de este tipo de seres, como también sus entornos sociales. Hay que analizar donde es necesario reforzamientos como sociedad.

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