Kramer vs TVN: ¿en serio? ¿Camiroaga?
A mí parecer, el público del 2016 no es el mismo que convirtió a Televisión Nacional en la gran potencia desde la transición política en adelante. En los noventas, pensábamos que la alegría ya viene, hoy sabemos que ya no llegó. Hace unos pocos años, nuestra economía estaba rebosante gracias al precio del cobre, hoy el precio del metal rojo nos tiene en problemas para cumplir con las promesas de gobierno.
Alejandra Valle es Porteña for ever, esté donde esté. Guachaca con o sin corona. Periodista en casi todos los medios escritos y televisivos del país. Amo escribir, hablar y cantar. Está claro, ¿no?
Una vez más Stefan Kramer nos sorprende. Esta vez transgredió una de sus propias normas e imitó a un fallecido, a un entrañable amigo suyo, ese que lo convenció de que la televisión podía ser una importante plataforma para mostrar su trabajo, Felipe Camiroaga. Y vaya que tenía razón el hombre que pasó la historia popular de nuestro país como el mejor animador de la televisión.
Kramer es sin duda uno de los hombres más queridos y populares de la pantalla chica. Además es respetado por poseer un talento que nos deja con la boca abierta, que capta el alma de sus imitados, más que sus movimientos o sus sonidos. De buenas a primeras sólo queda alegrarse de que el canal estatal apueste por el trabajo de un prodigio para dar el puntapié inicial de su nueva etapa.
Pero ¿es Camiroaga la figura para cimentar la vuelta de público a TVN? ¿Tenemos que ser tan evidentes y poner en su boca frases como “todos los que se fueron van a volver” “este es el canal de todos” “aquí vos tenís historia”? ¿Queremos que el público llegue porque estamos haciendo la televisión que lo representa, la que necesita o queremos que vuelva por nostalgia y cariño a los viejos tiempos de gloria de la estación estatal?
A mí parecer, el público del 2016 no es el mismo que convirtió a Televisión Nacional en la gran potencia desde la transición política en adelante. En los noventas, pensábamos que la alegría ya viene, hoy sabemos que ya no llegó. Hace unos pocos años, nuestra economía estaba rebosante gracias al precio del cobre, hoy el precio del metal rojo nos tiene en problemas para cumplir con las promesas de gobierno. Y cuando comenzaba esta década, a mediados del 2010, Camiroaga interpelando al ministro Rodrigo Hinzpeter lograba que se parara la construcción de una termoeléctrica en Punta de Choros. Ya no. Con la explosión de las redes sociales todos los días se hacen denuncias en diarios, páginas web, radio y televisión y no pasa nada. Es tan cara de palo la cosa que hoy se hacen leyes a la medida de políticos y empresarios para que la prensa nunca más informe que están metidos en cohechos y fraudes. Pero ya no nos meten el dedo en la boca. Es más, somos extremadamente desconfiados. En la última encuesta Cadem, por ejemplo, el 84% de los chilenos dijo que no le cree a MEO sus explicaciones sobre el uso de un jet privado en su campaña presidencial de 2013.
A qué público apela TVN entonces. Y me lo pregunto sobre todo ahora que tienen entre manos un producto exitoso como Moisés y los Diez Mandamientos. Las teleseries bíblicas se han transformado en un boom en Brasil y ellos se lo explican porque la gente ya no quiere ver su realidad reflejada en la pantalla, cansada de la corrupción, la delincuencia y la crisis económica que los afecta. Quieren soñar y quieren sentirse esperanzados, reflejados en ese pueblo hebreo que sabemos logrará romper las cadenas de su esclavitud. ¿Será que triunfa en Chile por las mismas razones? ¿Será por eso que TVN quiso hacernos añorar a Felipe Camiroaga? ¿O será que están buscando un público más viejo, tal como lo están haciendo los políticos, porque ese es el público que el próximo octubre llegará a las urnas a votar? Si fuera así es una apuesta arriesgada porque todos sabemos que ese es el público menos interesante para las agencias de publicidad. A esperar. La respuesta está por verse.