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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Bruselas, el aprendizaje necesario

Chile tiene una oportunidad para anticipar y prevenir. La prevención necesita de tiempo y de medidas a largo plazo. Sólo se hace patente a través de la historia por lo que requiere cuotas de desprendimiento y generosidad que no dialogan bien con el inmediatismo de los intereses electorales.

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Carolina Valenzuela es Académica y Psicóloga Forense. @CarolinaCVZ

El terrorismo se define por la constitución de actos que buscan generar terror en las personas, generar inestabilidad y, últimamente, impacto mediático en maridaje con violencia extrema. Este último factor es creciente considerando que ahora es posible observar los hechos casi en tiempo real y humanizando aún más lo que los terroristas precisamente no reconocen: la humanidad de sus víctimas.

Los últimos sucesos de Bruselas, donde extremistas yihadistas realizaron sus ataques en el metro y el aeropuerto ha llevado a que los expertos clamen por mayor coordinación y cooperación de los organismos de inteligencia y policial de toda Europa. A su vez, desde un punto de vista social y cultural, demandan políticas inclusivas y no seculares para los inmigrantes huyendo de la estigmatización. Esto último no se ve nada fácil dada la crisis de refugiados que vive el viejo continente.

Aunque ningún lugar del planeta hoy puede sentirse a salvo, hoy aparece radicado principalmente en la Unión Europea y Estados Unidos, lo que el resto del mundo mira con horror y agradecida distancia.

Pero ¿estamos tan lejos realmente? Se puede pensar que América Latina está lejos de llegar a esos extremos aunque ha tenido episodios. No olvidemos el atentado de la AMIA, ocurrido en Buenos Aires en 1994, lo que haría pensar a más de alguno que, en nuestro continente, tenemos nuestros propios caldos de cultivo. En nuestro país, sólo hay que recordar los atentados en el metro Los Domínicos y Escuela Militar ocurridos en el año 2014, éste último con 14 personas lesionadas. Aunque tuvo bastante menos impacto mediático internacional, igual generó conmoción y paranoia entre la ciudadanía.

Por lo anterior, no podemos mantener frente a lo que acontece una mirada pasiva, exenta de algún tipo de reflexión.

Si tuviéramos por vecinos a algún estado islámico ¿serían capaces algunos chilenos de sumarse a grupos terroristas? Lamentablemente ello sucedería, tanto para el caso de nuestro país como de cualquier otro donde existan personas que se sientan marginadas pero, tanto o más preocupante y difícil de prevenir, personas que sientan la necesidad de reafirmación de su identidad personal. El espectro es amplio considerando que, para causar terror a muchas personas, basta con unas pocas.

Ciertamente, los grupos anarquistas que operan en Chile no tienen la fuerza del Estado Islámico pero tampoco es necesario que Chile llegue a vivir situaciones de violencia extrema como las que hoy asolan a Europa para aprender. El aprendizaje a través de la observación también es posible.

Vivimos situaciones similares de falta de coordinación y cooperación entre policías, de necesidad de mejoras en la investigación policial e inteligencia, falta de políticas inclusivas y una legislación migratoria anticuada y cuya puesta al día no logra recabar consensos. Si a esto le sumamos la desconfianza interpersonal generalizada en diversas instituciones que son los pilares de nuestra sociedad, la sensación de vivir en un país desigual y la creciente inseguridad ciudadana, no hay duda de que Chile tiene, con Europa, más de alguna seña de identidad compartida.

Chile tiene una oportunidad para anticipar y prevenir. La prevención necesita de tiempo y de medidas a largo plazo. Sólo se hace patente a través de la historia por lo que requiere cuotas de desprendimiento y generosidad que no dialogan bien con el inmediatismo de los intereses electorales.

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