La inofensiva izquierda de Giorgio Jackson
Tal vez suene muy ofensivo lo que escribo para quienes dicen pertenecer a un domicilio ideológico determinado, pero me parece que lo hecho por Giorgio Jackson esa mañana no tiene nada de espectacular, sino que se condice a la manera en que cierta “izquierda”-ojo en las comas- ha entregado sus ideas al servicio de la derecha fáctica.
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
La semana pasada, en una nueva versión de ICARE, Giorgio Jackson se paró frente al gran empresariado nacional y habló fuerte. Para él era un escándalo que la reunión de empresarios tuviera pocas mujeres entre sus filas. Le parecía terrible que en los paneles de conversación no hubiera gran representación femenina, por lo que advirtió que la próxima vez que lo inviten no irá a ese lugar si esto no cambiaba.
Esto provocó aplausos en el ambiente “progresista” nacional. Jackson se convirtió de repente en la voz de la integración de género en el encuentro empresarial, pero nadie reparó en algo sumamente importante: de todas maneras fue. Estuvo en una instancia que es uno de los símbolos de la transición chilena, y en la que los millonarios de este país se sientan a escuchar lo que nuestra inofensiva izquierda les dice. Es decir, se convirtió en uno más de esos personajes que tanto criticó mientras marchaba por las calles de Santiago pidiendo y proponiendo cambios.
Tal vez suene muy ofensivo lo que escribo para quienes dicen pertenecer a un domicilio ideológico determinado, pero me parece que lo hecho por Giorgio Jackson esa mañana no tiene nada de espectacular, sino que se condice a la manera en que cierta “izquierda”-ojo en las comas- ha entregado sus ideas al servicio de la derecha fáctica.
Es cierto, el discurso es interesante y no se puede estar en desacuerdo con que las mujeres sean parte fundamental de toda discusión. Pero ¿no es validar una estructura autoritaria ir a exponerles puntos a un grupo de señores que no ejercen ningún cargo de elección popular? ¿No es seguir rindiéndose a los pies de un autonombrado poder el asistir y exponerles el Chile que ellos no quieren ver? A mi parecer sí. Y los acostumbra a enterarse de nuestra sociedad por medio de exposiciones que suenan muy subversivas, pero que realmente son parte de la lógica democrática de los últimos años: la que consiste en creer que una vez que los empresarios se den por enterados de algo, mejorará el país.
Aunque pueda derrumbar todas las expectativas de Revolución Democrática al respecto, tengo que decirles que las palabras de Jackson no provocarán ningún cambio cultural. Ni menos será un empuje para que se discuta el tema al interior de las empresas. Ellos, los grandes ejecutivos, vieron esto como un peculiar acto de rebeldía. Un pintoresco discurso de un político joven con el que podrán conversar con el tiempo. Total ellos no son los que van al Congreso a conversar con él, sino que es su curioso ímpetu democrático el que corre a exponerles ideas considerándolos actores de gran relevancia.
Con esto no quiero decir que no haya que conversar e intercambiar ideas con las empresas. Sólo quiero plantear que quien crea ser de izquierda debe velar por cambiar el contexto en el que se realizan estas conversaciones, siempre desde una perspectiva democrática. Y no me parece que tenga esa cualidad hacerlo según las reglas que impone el sector más poderoso. No se piensa en la democracia cuando se va a un lugar de elite a contarles cosas a un grupito de personas que están convencidos de que son los garantes de la realidad. Porque es engrandecer y reafirmar su condición de constructores de un Chile del que muchos queremos escapar. Es seguir creyendo que el intercambio de pareceres tiene que hacerse según su aprobación o disentimiento con un punto.
Por lo expuesto es que intento calmar las pasiones con respecto a lo realizado por este miembro de la “bancada estudiantil”. Pero sobre todo quiero detener esa ilusión actual de que quien diga palabras bonitas, aunque no haga ningún acto concreto, se considere progresista. Porque ese gran error es el que nos tiene empantanados entre leyes y normativas morales de derecha sin darnos cuenta. Ya que el enfrentamiento democrático no tiene por qué ser higienizado, sino que muchas veces tiene realizarse por medio de posturas claras. Pero sobre todo no colaborando con el desigual acceso a influir en los temas nacionales. Y asistir a ICARE, independientemente de lo que se diga, es colaborar con ello.