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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La política impopular se toma la agenda

Si queremos que nuestro país no termine uniéndose, nuestras autoridades -políticas, principalmente- debiesen dejar a un lado los lugares comunes o será muy difícil que el país pueda recobrar el protagonismo que tuvo durante las últimas dos décadas.

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Nicolás Ward es Periodista. Asesor de prensa y diplomado en redes sociales y marketing digital. Twitter: @nicolaswarde

Durante el último tiempo, ha quedado de manifiesto que prominentes personajes políticos -de izquierda, centro y derecha- hoy por hoy caminan por una vereda de mensajes retóricos, que poco o nada contribuyen a disminuir el clima de desconfianza, incertidumbre y de crispación que se vive en Chile.

Frases como “el realismo sin renuncia“, o “el mejor gobierno de la historia”, son muestras claras de que el sentido común de comprender qué es lo que realmente le urge a las personas en sus vidas, es lo que menos le importa a los políticos. La serie de frases alambicadas que han empleado en los últimos años, hoy están siendo reemplazadas por conceptos como “crecimiento” y “consenso”. No basta con mencionarlas y, a la vez, dar señales -supuestas- de que todo va a mejorar. Lo que se necesita actualmente en nuestro país, son propuestas reales y no falsas reformas o retroexcavadoras a la inversa, que solo apuntan a aumentar la popularidad. Lo que se necesita, de una vez por todas, son mecanismos eficaces para aumentar el empleo y crear estrategias que vayan orientadas a combatir, la desigualdad, la pobreza y la delincuencia. Pero todo sigue peor: en materia económica, ya vimos que Chile no crecerá más allá del 2% en los meses venideros. Algunos dirán -bajo la misma ineficacia argumental y con frases rimbombantes- que nuestra patria está lejos de vivir lo que sucede en otros países del mundo y de la región, donde la inestabilidad democrática, económica y de seguridad, atentan diariamente contra el bienestar de las personas.

Comparaciones más, o menos, creo que si queremos que nuestro país no termine uniéndose, nuestras autoridades -políticas, principalmente- debiesen dejar a un lado los lugares comunes o será muy difícil que el país pueda recobrar el protagonismo que tuvo durante las últimas dos décadas.

Al menos, sigo creyendo en las nuevas generaciones, quienes el día de mañana, son las llamadas a quebrarle la mano al destino de la corrupción, el engaño y los egos. Términos que hoy parecen copar el día a día en la política nacional.

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