El caso de Ignacio Gutiérrez y la verdadera crisis en la televisión
"Mientras el Estado reparte un cuento para que los niños sepan que existen distintos tipos de familias, ¿delante de las cámaras sólo existirá una? Para mí esta es la verdadera crisis de la televisión", dice Alejandra Valle.
Alejandra Valle es Porteña for ever, esté donde esté. Guachaca con o sin corona. Periodista en casi todos los medios escritos y televisivos del país. Amo escribir, hablar y cantar. Está claro, ¿no?
Se ha hablado mucho de la crisis de la industria televisiva. Se ha hablado en el mundo y también en nuestro país. Siempre con cifras: bajos ratings, pérdidas millonarias, sueldos rebajados, despidos masivos y salida de rostros emblemáticos.
Sin embargo, como todo es cíclico, parecía que la cosa empezaba a calmarse. En Estados Unidos la televisión volvió a su lugar de importancia habitual. Y en nuestro país retornaba poco a poco la estabilidad. Hasta que a principios de marzo y sin que nadie lo esperara, la cajita cuadrada volvió a remecerse y esta vez no por culpa de unos fríos números.
Fue después de una reunión en la que estaban presentes nueve personas que Ignacio Gutiérrez salió de Chilevisión para no volver más. En ese encuentro se le habría expresado, según consta en su denuncia contra el canal por la Ley Zamudio, que lo sacarían de conductor del matinal porque para el rol de “dueño de casa” se requería un animador “heterosexual”, pues “se necesita alguien que tenga tensión sexual con la conductora” (me duele la guata).
A lo que luego un ejecutivo habría agregado: “Por razones obvias tú no puedes serlo porque eres homosexual”. Ese ejecutivo era el mismo que le habría expresado en una ocasión anterior a Ignacio que debía “jugar más con su homosexualidad” (siguen las náuseas).
La justificación para tamaña intromisión en la intimidad de uno de sus trabajadores es un estudio. Como si en nombre de un estudio pudiéramos justificar cualquier comentario, cualquier decisión. ¿La línea editorial de un canal se puede basar sólo en lo que dijeron una decena de personas en un focus group?
Porque el día de mañana a algunos les molestará que uno de los periodistas de prensa sea muy moreno; alguien dirá que los gordos son horribles o que una famosa animadora está demasiado flaca; no falta el que cree que todas las rubias son tontas y el que piensa que ninguna mujer puede usar minifalda porque eso es demasiado provocador. O bien, que todas las personas deben hablar de lo que les gusta hacer en sus camas, sobre todo si eres gay, situación que además te impide ser dueño de casa y te obliga a ser una loca de caricatura.
No estoy diciendo que no se pueda evaluar a los rostros. Claro que sí. Pero un estudio es una herramienta, una ayuda, una guía, como la medición de rating o los comentarios en redes sociales. Estaremos olvidando que dentro de las misiones de la televisión están la de informar, la de entretener, pero también la de educar y orientar a la opinión pública.
Y cuando digo educar no me refiero sólo a hacer documentales y cultura elevada. También podemos aportar a la sociedad diversificando los tipos de personas que aparecen en pantalla, tocando los temas contingentes desde todos sus puntos de vista y guiando la sociedad hacia la inclusión y la aceptación de las diferencias.
Mientras el Estado reparte un cuento para que los niños sepan que existen distintos tipos de familias, ¿delante de las cámaras sólo existirá una? Para mí esta es la verdadera crisis de la televisión. No son los números ni las apreturas económicas. La crisis es olvidar nuestras misiones y desconectarnos de una sociedad que muestra claramente un avance.
Mientras termino esta columna hago un aro para ver algo de Vértigo. Y ahí está sentada la abogada Carmen Gloria Arroyo, la jueza, quien justo toca este caso. Y me llama la atención que una profesional de las leyes, diga que en la televisión se justifica que a una persona la saquen de su puesto por cosas tan arbitrarias como la apariencia física, su orientación sexual o incluso su género, a pesar de que tenga un impecable desempeño profesional.
“La televisión es imagen, no es lo mismo que un estudio de abogados”, dice. Y ahí está, en nombre del rating, en nombre de los estudios, creemos que se puede hacer cualquier cosa. Desde esa premisa, el fin de la crisis está cada vez más lejos.