Día Internacional de los trabajadores y las trabajadoras
¿Qué sentido tiene conmemorar esta fecha? ¿De qué nos sirve año tras año salir a marchar para el primero de mayo?
Valentina Latorre es Directora Social de TECHO-Chile
Conmemorar y celebrar el día del trabajador y la trabajadora tiene una connotación muy especial, que nace desde la representatividad histórica que guardan las reivindicaciones laborales para los sectores más oprimidos de nuestro país. Ciento treinta años ya desde ese fatídico primero de Mayo en Chicago, y aún como sociedad no podemos cumplir con el respeto dirigido a una redistribución equitativa del producto social. Ciento nueve años pasaron de la matanza en la Escuela Santa María de Iquique, y aún no podemos entender que las reformas enfocadas en garantizar organizaciones sindicales representativas y democráticas deben ser parte de nuestro orden social. Más de veinte años hemos debatido acerca del sueldo mínimo, y probablemente lo seguiremos haciendo veinte años más.
¿Qué sentido tiene conmemorar esta fecha? Todo el sentido histórico que guarda el recordar a todos aquellos que, durante la historia contemporánea, tuvieron la valentía de levantarse en contra de las injusticias originadas por el capital y el egoísmo. Sigue vigente el sentido de reflexionar y manifestarse por superar las barreras estructurales que, aún hoy, obstaculizan el alcance del bien social común. Qué importante es rendir homenaje a los líderes que entregaron su vida por esta causa, Alberto Hurtado, Clotario Blest, Luis Emilio Recabarren, María Rozas, Manuel Bustos, y todos aquellos dirigentes que pudieron representar y unir en una sola voz, el sentir de los trabajadores y trabajadoras chilenos.
Qué gran valor adquieren en cada primero de mayo las palabras de San Alberto Hurtado cuando nos interpela diciendo, “¿No son necesarios los sindicatos? El día en que todos estos problemas estén solucionados, que la sociedad tenga estructuras plenamente humanas, ese día dejarán de ser necesarios… Hoy día no sólo son necesarios; son imprescindibles para el obrero”.
Al parecer la humanidad de las estructuras continúa en construcción, sino miremos la realidad que viven los trabajadores y trabajadores que viven en campamentos. ¿Es humano que un 39,1% de los trabajadores y trabajadoras que viven en campamentos no tenga contrato formal de trabajo? ¿Obedece a estructuras humanas que el 61,8% de los trabajadores y trabajadoras que viven en campamentos ganen menos del sueldo mínimo? ¿Qué garantías y resguardos detentan los que viven en la indefensión absoluta?
Ante esta situación, donde la indignación perdura en el compromiso que vamos asumiendo, queda mucho por hacer todavía. Mientras cientos de miles de chilenos sean víctimas de una cruel inequidad, serán muchos primeros de mayo los que tendremos que seguir marchando, alzando en alto la voz de la justicia social.