Chiloé y nuestra maldita dependencia de materias primas
Pucón y Neltume son algunos ejemplos en el sur, que nos muestran que se puede generar desarrollo a través del turismo sustentable y de a poco ir dejando de lado la maldita dependencia de materias primas, donde unos pocos explotan y se llevan lo que existe, para dejar al resto pelearse por sobras que ante cualquier eventualidad desaparecen. Transformemos la valentía del pescador artesanal en oportunidades para surgir como país, con un relato que nos encanta, el del sacrificio, pero cambiando su final, para que tenga sentido.
Gonzalo Larenas es L&C Consultores, Licenciado en Letras y Literatura, Gestor Cultural, Magíster en Educación y Profesor de la UNAB.
Despierta Chile, es urgente dejar de depender de las materias primas, los ejemplos donde se ha demostrado la fragilidad que esto representa para nuestro país se repiten una y otra vez, desde la crisis del salitre hasta el caos que se está generando hoy en Chiloé, donde la mayoría de la población depende de lo que el mar les brinda, siendo vulnerados en su trabajo extractivo, ya sea por la marea roja o por el mal manejo de la industria y sus desechos. Al parecer no vemos más allá, la culpa es siempre del empedrado. Somos como esas familias que después que el río les llevó la casa por un aumento de su caudal, vuelven a construir en el mismo lugar, poniéndose en riesgo una y otra vez, y aunque los motivos sean variados, como sociedad no aprendemos de nuestros errores. Anticipo que nada cambiará en el sur, como tampoco ha cambiado en el norte. ¿Para qué complicarse con el largo plazo si el corto y peligroso plazo nos trae mayores beneficios? Y no solo económicos, sino también políticos.
Al igual que el resto de Latinoamérica, en su generalidad dependemos de lo que el suelo o el mar nos brinda, somos dependientes de lo que sobra, sabiendo que estos recursos no son infinitos y que están propensos a que cualquier cambio de mercado nacional o internacional nos afecte drásticamente, sin contar la catástrofe que puede significar algo tan común en Chile como un terremoto u otro desastre natural. En otras palabras, se corta la luz y nos quedamos dando cabezazos sin saber qué hacer, porque no sabemos hacer nada más.
Necesitamos dejar de resolver conflictos para comenzar a evitarlos, cambiando la reacción por la proactividad. Debemos resolver los problemas antes que estallen como crisis sociales o económicas, que en el peor de los casos termina costando no solo vidas animales como ahora, sino también humanas. Debemos planificar antes de actuar, repensar Chile, reagruparnos para superar este momento de incertidumbre artificial, producto de nuestros propios errores. Dejemos la prepotencia de decir que necesitamos a los mejores, cuando lo que en verdad necesitamos es humildad para reconocer que las cosas se han hecho mal, y más aún para trabajar de forma colaborativa, aprendiendo unos de otros, como una sociedad desarrollada, donde el intercambio de conocimientos debiese ser una condición básica para el desarrollo cívico.
Para Chiloé propongo volcarse al turismo, construir, a través de la sustentabilidad, un futuro acorde con los tiempos, que le permita mejorar la calidad de vida de sus habitantes con nuevos y mejores oportunidades de mercado, pero que sean creadas y administradas por locales, y no como pasa en muchas regiones de nuestro país, donde se instalan mega proyectos que incluso se llevan las utilidades al extranjero. De ser así, esos grandes proyectos deberían pagar un impuesto más alto, como en Estados Unidos, donde los altos impuestos de los hoteles, terminan fomentando el desarrollo cultural del lugar que impactan, transformando su intervención en beneficio. O sea, lo contrario que sucedió con el mall de Castro, que adivino, que como el resto de los mall en el país, pagan menos impuestos que un quiosco de diarios. Curiosidades de nuestro mercado.
Cambiemos la forma de ver los problemas, para que en vez de enviar fuerza pública, enviemos educación de calidad, que permita a sus propios habitantes desarrollarse y generar oportunidades no solo para ellos, sino también para quienes los rodean, generando un impacto multiplicador, en el que todo gire para favorecer este tipo de acciones y no para entorpecer y frenar el desarrollo de emprendedores o nuevas ideas, como sucede hoy, donde el sistema público como el SII, termina siendo un obstáculo para las regiones, con variados personajes con pequeñas ínfulas de poder, que se transforman en abusadores prepotentes. Tengo claro que no son todos, pero acá generalizo para dar a entender un descontento ciudadano.
Pucón y Neltume son algunos ejemplos en el sur, que nos muestran que se puede generar desarrollo a través del turismo sustentable y de a poco ir dejando de lado la maldita dependencia de materias primas, donde unos pocos explotan y se llevan lo que existe, para dejar al resto pelearse por sobras que ante cualquier eventualidad desaparecen. Transformemos la valentía del pescador artesanal en oportunidades para surgir como país, con un relato que nos encanta, el del sacrificio, pero cambiando su final, para que tenga sentido.
La crisis de Chiloé se va a resolver, pero ¿siempre nos tiene que costar tanto? Duele ver la lucha de quienes se deben enfrentar a una autoridad ciega de futuro, entre medio de una sociedad ciega de empatía. Al parecer las crisis sociales molestan a la vista, pero sirven para hacer campañas políticas, no hay reflexión más profunda, por lo tanto no hay aprendizaje, y si no hay aprendizaje los errores se vuelven a cometer.