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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

¡Que se acaben las tareas!

Las tareas estimulan la flojera y la dependencia. Tal como lo lee. Claro, como somos los papás los que debemos ayudar a nuestros hijos a hacer las tareas, ellos pierden el sentido de la responsabilidad.

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Me atrevo a escribir esta columna porque mis hijos van a un colegio en el cual se estimula el debate de ideas, la apertura mental y donde “discutir” es visto como un valor intelectual. Quiero usar este espacio para sumarme a la causa.

Hasta este instante, el grupo de Facebook “La tarea es sin tareas” tenía 55.360 miembros. Ahora somos 55.361 personas las que estamos preocupadas porque en Chile los niños juegan 6 mil horas menos de lo recomendado. Porque las tareas representan una innecesaria causa de stress para niños desde los 6 años.

Y porque, para peor, como dice este académico, “la correlación entre el tiempo invertido en tareas escolares y el logro académico alcanzado por estudiantes hasta 5to básico es cercana a cero”.

Son palabras de Harris Cooper, un destacado profesor de la Universidad de Duke, EE.UU. Sumemos esta declaración. “Las tareas que los profesores a veces dejamos a nuestros alumnos en realidad no representan ningún beneficio para ellos”, dice Etta Kralovec, profesor de la Universidad de Arizona.

Y agreguemos la siguiente. “La infancia se ha convertido en una etapa preparatoria para el futuro en la que se borra el presente. Es una sobre exigencia para toda la familia”, explica Eva Rotenberg, fundadora de la Escuela para Padres Multifamiliar.

Podemos seguir echando leña al fuego. Las tareas estimulan la flojera y la dependencia. Tal como lo lee. Claro, como somos los papás los que debemos ayudar a nuestros hijos a hacer las tareas, ellos pierden el sentido de la responsabilidad. Y todos perdemos la oportunidad de jugar, conversar y compartir en ese mínimo rato que existe entre el cada vez más tardío regreso de los niños desde el colegio y el de los papás desde sus trabajos.

Si la OMS dice que las tareas tienen un impacto negativo en la salud de los jóvenes. Si se vulneran derechos de los niños a jugar, descansar y pasar tiempo en familia. Si sólo hay equidad cuando los deberes se hacen el colegio, puesto que la disímil formación de los padres genera inequidad.

Si hay una cantidad absurda de padres pagando clases particulares a sus hijos para que no se “pierdan” en el colegio, lo que equivale a una tarea carísima. Si se diseñó la Jornada Escolar Completa (JEC) para que el alumno no tuviera que llevar tareas a la casa. Si todo esto pasa día a día, frente a nuestras narices, en casi todos los colegios de Chile, entonces ¿qué esperamos para conversar con las autoridades de los establecimientos adonde van nuestros hijos para exponer estos puntos? Tenemos una gran tarea. ¡Que se acaben las tareas!

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