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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El infantilismo de la ACES

Estos jóvenes sólo llenan su cabeza de lindas palabras y citan a Marx hasta el hartazgo sin tomar un aspecto clave de su doctrina: el contexto. El marxismo sin entender el contexto es estéril y no tiene sentido. Pero eso prefieren no escucharlo. Al contrario, sólo quieren poner atención a sus palabras y cómo las dicen mientras se sienten víctimas y, sin querer queriendo, hacen crecer el sistema que crearon sus victimarios.

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Francisco Méndez es Periodista, columnista.

Dicen por ahí que el movimiento estudiantil se “radicalizó”. Así por lo menos lo cuentan los medios mientras sus periodistas “anclas” miran a las cámaras con cara de preocupación para alertarnos. Ya que si no te preocupas por lo que los atemorizantes canales de televisión te muestran, entonces no eres humano ni sensible ante lo que sucede en Chile. O eso quieren que creamos.

La semana pasada, en el marco de esta “radicalización”, un grupo de estudiantes secundarios, encabezados por la ACES, entró a la fuerza a La Moneda, pasando así toda la seguridad de Palacio. Esto, según dijeron, lo hicieron ya que están cansados de que no los escuchen y porque, aseguran, el gobierno fracasó en su intento de cambiar el modelo educativo. A algunos esta manifestación les pareció acertada, mientras que otros quedamos con la sensación de que fue un buen show televisivo, pero nada más importante. O mejor dicho: bastante relevante para darnos cuenta de que un grupo de estudiantes percibe el manifestarse como un medio para mostrar ofuscaciones, pero no se preocupa en enfatizaren en el fondo.

Porque, si se preocuparan del contenido de sus demandas, ¿no sería más inteligente tener una propuesta clara y no mostrar ante la ciudadanía una intransigencia que no tiene sustentos reales? Pareciera que principalmente los secundarios y algunos universitarios, sobre todo en la triste marcha del jueves pasado, no están haciendo más que gritar mientras todos gritan, y no diferenciarse de manera inteligente. Y es que ya no parecen ciudadanos, sino que han comenzado a comportarse como consumidores que le piden a un Estado que actúe como el Sernac y cumpla rápidamente con lo que piden.

¿Dónde está el relato de las marchas del 2011? ¿No aprendieron nada de los líderes que hoy están en el Congreso? Claramente no. Más bien esta generación renunció a hacer política y prefirió ir a escuchar los discursos de Gabriel Salazar sin que medie crítica alguna. Ya que lo que propone el historiador suena bastante interesante en el papel, pero en un país en donde solamente los de arriba ponen la música, esto colabora a un clima de “indignación” que alimenta al discurso hegemónico que se quiere cambiar.

Estos jóvenes sólo llenan su cabeza de lindas palabras y citan a Marx hasta el hartazgo sin tomar un aspecto clave de su doctrina: el contexto. El marxismo sin entender el contexto es estéril y no tiene sentido. Pero eso prefieren no escucharlo. Al contrario, sólo quieren poner atención a sus palabras y cómo las dicen mientras se sienten víctimas y, sin querer queriendo, hacen crecer el sistema que crearon sus victimarios.

Es cierto que pude centrar esta columna en Carabineros y en la manera en que han actuado en contra de quienes salen a manifestarse. Pero me parecía bastante fácil y populista, porque es caer en el arte de recalcar lo que todos sabemos: que no tenemos una policía democrática. Por lo mismo me parece más interesante contribuir con sectores que dicen levantar ideas que me interesan. Sobre todo cuando no están bien planteadas, debido a que pueden sucumbir ante la poderosa uniformidad del discurso de quienes dicen representar a la “realidad”.

Es por esto que urge que los actores sociales se expresen como tales en un régimen democrático. Porque desaprovechar la oportunidad sólo colaborará a que lo que se dice combatir se perpetúe y a que las exigencias no queden más que en pataletas de niños que juegan a una revolución imaginaria.

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