”¡Quítate la capucha cobarde!”
También ha comenzado la ofensiva de la ideología contra los chilenos, contra la gran mayoría que no quiere la reforma educacional injusta promovida desde la izquierda estudiantil y el gobierno, y que tampoco quieren a Chile enfrascado en una lucha social permanente.
Emiliano Rivera es Buinense, egresado del Liceo Cardenal Caro. Estudiante de College Ciencias Sociales UC. Presidente de JóvenesxChile.
“¡Quítate la capucha, cobarde!” Este fue el grito enérgico de uno de los pasajeros que se encontraba en el Bus “Buin-Maipo” -como lo llamamos quienes viajamos en él diariamente, desde el centro de Santiago hacia las localidades cercanas a Buin-, luego de ver en la calle a jóvenes con su rostro cubierto y piedras en sus manos. Esta imagen ocasionó que todas las personas que iban en la micro se pusieran de pie casi por inercia, ya que a diferencia de lo que ha opinado Lorena Fries -Directora del Instituto Nacional de Derecho Humanos-, para cualquier chileno con mediano criterio ver a una persona encapuchada y tirando piedras, es un comportamiento delictual. Esto sucedió enmarcado en las variadas intervenciones que realizaron los estudiantes agrupados en la Confech, ACES y CONES hace algunas semanas, las cuales cada vez han dado más espacio al conflicto como método de presión política, con el fin de acelerar un proceso de cambios estructurales -e ideológicos- en materia educacional.
Para entender mejor los actos vandálicos durante de mayo y los primeros días de junio, haré un pequeño resumen de las manifestaciones que han dado lugar a ello. La primera fecha elegida por los manifestantes fue hace un mes aproximadamente, el 11 de mayo, la cual terminó con graves enfrentamientos entre carabineros y algunos encapuchados que poco y nada ayudan a las demandas estudiantiles. Para el 17 de mayo se realizó el paro reflexivo, una instancia distinta a una marcha normal, pero que también fue espacio para que grupos minoritarios de “estudiantes” levantaran barricadas en distintos sectores de Santiago. El día de las Glorias Navales, 21 de mayo, se llevó a cabo una de las más lamentables manifestaciones de violencia, y por segunda vez no les importó el momento histórico y el sentido que tiene la cuenta pública de la Presidenta de la República, realizando una nueva manifestación que dio paso a incendios, saqueos, e incluso el crimen que llevó a la muerte a un guardia de seguridad, don Eduardo Lara.
Sin detenerse ante aquel suceso, la izquierda estudiantil organizó variadas intervenciones: una de las más bochornosas fue la comandada por ACES, quienes se infiltraron en el Palacio de La Moneda con una consigna -para variar- intolerante y de choque: “Notifíquese: Hoy comienza la ofensiva”. Paso siguiente fue la marcha no autorizada del 26 de mayo, teniendo como resultado más de 3 horas de enfrentamientos, destrozos en la vía pública, negocios destruidos que nada tienen que ver con la intolerancia de los vándalos y que lamentablemente terminó con 37 carabineros heridos y 117 detenidos. La última manifestación se llevó a cabo el pasado jueves 9 de junio, donde nuevamente se hicieron sentir la violencia desmedida, con importantes daños públicos. El principal símbolo de esta odiosidad fue el saqueo a la Iglesia de la Gratitud Nacional, pasando por encima de las creencias de muchos. Sin embargo, la CONFECH, CONES y ACES, seguirán en su ofensiva con variadas movilizaciones. Cabe preguntarse: ¿con qué acto vandálico nos sorprenderán para la próxima manifestación? ¿Cuántos serán los heridos y los detenidos? ¿Cuántos negocios se verán perjudicados? Preguntas a las que ya nos hemos acostumbrado ante cualquier manifestación convocada por los “estudiantes”.
Muchas veces las “manifestaciones estudiantiles” -que van teniendo menos apoyo en la opinión pública- se han convertido en la cuna de la confrontación e indignación de los chilenos, contrario a lo que cualquier sociedad realmente desarrollada aspira. Es por esto que se debe reconocer a los Carabineros de Chile, quienes en su duro y difícil trabajo han de resguardar el orden público y al ciudadano común y corriente, de ciertos delincuentes infiltrados dentro de manifestaciones que son legítimas, pero que en demasiadas ocasiones terminan mal. Esto es una falta de respeto y un insulto para aquellos jóvenes que efectivamente sí construyen un país mejor a través de sus estudios o trabajos, también de sus convicciones políticas y sociales, pero sin violencia, sin delincuencia y a rostro descubierto.
Efectivamente ha comenzado una ofensiva, de eso no cabe la menor duda. Sin embargo, la interrogante es ¿contra quién? ¿para qué? A simple vista, pareciera que es contra el gobierno, pero es mucho más que eso. También ha comenzado la ofensiva de la ideología contra los chilenos, contra la gran mayoría que no quiere la reforma educacional injusta promovida desde la izquierda estudiantil y el gobierno, y que tampoco quieren a Chile enfrascado en una lucha social permanente.