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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

La culpa es tuya

Es hora de tomar conciencia. De partir por casa. De dejar de echarle la culpa al otro. De acatar las normas. De ser un poco más ciudadano y menos individuo.

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“Cada emergencia ambiental en la Región Metropolitana de los últimos tres años ha sido con un partido en fin de semana”. La frase le pertenece a nuestro subsecretario de Medio Ambiente, Marcelo Mena, un hombre que sabe de lo que habla.

Año a año, si la selección chilena juega un partido en invierno (o en la víspera de esa estación), nosotros hacemos un asado. Suponiendo que usamos dos kilos de carne, un kilo de pollo y dos kilos de otras carnes, además de un kilo de carbón, habremos contaminado lo mismo que 40 kilómetros recorridos por una ex micro amarilla “enchulada” o que 400 kilómetros de un bus convencional del Transantiago.

Ahora, imagínese eso multiplicado por cientos de miles de hogares, sumado al tráfico inusual de vehículos que supone el partido de fútbol y a la cantidad de hogares que, pudiendo cambiar su sistema de calefacción, siguen usando leña. Y todo en una misma noche.

¿Qué tenemos como resultado? Lo que acaba de suceder este fin se semana y que nos sigue pesando durante toda esta semana: un aire de los mil demonios. Una ciudad tan mal ventilada que tiene a niños y ancianos repletando los consultorios. ¿De quién es la culpa? Claramente, no es del chancho, que en este caso sería Santiago.

La culpa es tuya. La culpa es mía. Porque sólo miramos la paja en el ojo ajeno. El micrero que anda con la revisión de gases adulterada le echa la culpa al camionero. El que hace “quemas” en la periferia de la ciudad responsabiliza a los autos. El que usa su calefacción de leña en días prohibidos se justifica con mil razones.

El que sale en su auto aunque tenga restricción también se inventa excusas. Así como quien está en medio del taco y lo maldice nunca toma conciencia de que él (o ella) ES el taco, el chileno le saca la madre a su ciudad y a sus autoridades por la contaminación en vez de entender que él (o ella) ES la contaminación. Vuelvo al asado.

Todavía me acuerdo del bullying que le hicieron al Intendente el año antepasado, cuando pidió evitar los asados tras el empeoramiento del aire luego de un partido en que jugaba la selección. Los mismos descriteriados que insultaban desde la ignorancia, son los que después hablan pestes de su propia ciudad cuando les preguntan por Santiago, ya que es “muy contaminada”.

No somos capaces de pensar en forma generosa, actuamos como una banda de encapuchados cerebrales refugiándonos en la masa, prendemos el carbón al aire libre porque “es lo que siempre se ha hecho”, porque “es tradición”, porque “mi asadito no me lo quita nadie”, y después nos quejamos de que nuestro anciano padre está conectado a un respirador por culpa “de esta mierda de ciudad cochina”.

Así como antes era normal fumar en los aviones y hoy es impensable, hasta hace poco era normal hacer asados al aire libre cuando jugaba la selección, pero ya no es posible en invierno: Santiago tiene casi siete millones de habitantes, no paramos de crecer en población y en uso de suelos y, para remate, todavía tenemos un 5% de hogares con calefacción a leña que contaminan más de 50% del MP 2.5.

Es hora de tomar conciencia. De partir por casa. De dejar de echarle la culpa al otro. De acatar las normas. De ser un poco más ciudadano y menos individuo.

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