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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Un cambio de mirada en la generación de energía

El paso que nos falta consiste en dar una mejor utilización a los recursos existentes en nuestro país, en vez de solamente resolver con más inversiones el déficit de generación.

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Gabriel Salas es Socio fundador de Beagle Energy. Fue jefe de research para compañías eléctricas latinoamericanas en JP Morgan en Nueva York, director de desarrollo en HydroChile en Santiago, y portfolio manager para mercados emergentes en Ecofin en Londres, un fondo de inversiones de US$6.5bn especializado en infraestructura y energía. Antes de eso trabajo para Bear Stearns en Nueva York, y Enersis y Endesa en Chile. Estudio ingeniería eléctrica en la PUC.

En los países de ingreso medio, como Chile, uno de los principales “cuellos de botella” para mantener el crecimiento económico y el desarrollo social, es la capacidad de añadir nuevas fuentes de energía a costos razonables para todos. Con pocas excepciones, los países que llegan a este estado, han agotado las formas más obvias de producción de energía y se ven forzados a expandir la búsqueda de nuevas fuentes.

En el caso específico de Chile, el desarrollo del Sistema Interconectado Central se expandió entre los años 1940 y 2000 en base a los grandes recursos hidroeléctricos de la zona centro-sur y la generación en base a termoeléctricas a carbón. Con la llegada del gas natural argentino, el sistema añadió grandes centrales de ciclo combinado en la V Región y Región Metropolitana. Este paradigma clásico se repite en casi todo el mundo: grandes centros de producción, conectado a grandes centros de consumo mediante grandes sistemas de transmisión.

Pero tiene un límite y Chile lo está enfrentando. Los grandes centros de producción son finitos, y los nuevos están cada vez más lejos de los centros de consumo, por lo que requieren líneas de transmisión incrementalmente más caras y con trazados cada vez más complejos.

Por otro lado, las nuevas tecnologías asociadas a las ERNC, si bien alivian temporalmente la diferencia entre oferta barata y demanda, sobrecargan el sistema de transmisión existente por una combinación de distancia (sobre todo las solares del Norte Chico) e intermitencia (el sol y el viento están disponibles pocas horas del año).

Es por esto que el paso que nos falta consiste en dar una mejor utilización a los recursos existentes en nuestro país, en vez de solamente resolver con más inversiones el déficit de generación.

Chile tiene una oportunidad única de diversificar sus formas de producción energética y de ir utilizando eficientemente su territorio tendiendo hacia una generación comunitaria, en la cual gran parte de la energía que requiere una comunidad se genere de forma cercana a la misma.

Los pequeños afluentes a los grandes ríos, los canales de riego, los techos de bodegas y centros comerciales, las lecherías del sur y los criaderos de pollo y chancho del centro-sur, son fuentes no utilizadas de generación eléctrica barata, eficiente, que fortalece el Sistema Interconectado Central y optimiza la utilización de las redes existentes.

Por supuesto, esta capacidad de generación distribuida por sí sola no es capaz de sostener el crecimiento ni el desarrollo del país, pero desaprovecharla, como se está haciendo hoy, es un despropósito.

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