Ya no basta con marchar
Hoy toca pasar a la ofensiva, pero pasar a la ofensiva en todos los frentes. Seguir movilizados, pero combinar la movilización con una articulación amplia con todos los sectores que quieran fortalecer la educación pública, incluyendo a funcionarios, académicos y rectores.
Javiera Reyes es Economista U. de Chile, estudiante de magister, Presidenta Ceic 2014 y vicepresidenta FECh 2015 y 2016.
La acumulación de lucha del Movimiento Estudiantil Universitario es de larga data. Desde la contrarreforma educacional de la dictadura hasta el día de hoy, los universitarios hemos protestado marchando, parando y ocupando nuestras casas de estudio en innumerables oportunidades.
Pese a los matices en las demandas y orientaciones del movimiento estudiantil, desde 1980 todas estas expresiones han tenido un factor común: terminar con la mercantilización de la educación y fortalecer una educación pública que se ponga al servicio del desarrollo nacional.
Después de 35 años del inicio de la privatización de la educación y el desmantelamiento de la educación pública, se nos abre la posibilidad histórica de concretar las aspiraciones de generaciones enteras.
Nuestra misión en un año de reforma a la educación superior es maximizar los triunfos del movimiento estudiantil. Pasar de la denuncia, a ser agentes activos en los cambios que hemos venido exigiendo. Salir a conquistar con nuestras propias armas la educación por las que hemos luchado en las calles.
Citando las recientes declaraciones del rector Vivaldi, el proyecto de reforma que ingresará al Congreso es paupérrimo. Mantiene la actual lógica del sistema de financiamiento, no se hace cargo del necesario fortalecimiento de la educación pública, no define mecanismos para llegar a la gratuidad universal y tampoco establece un marco regulatorio que guíe al sistema.
Así como está, será un proyecto de ley que estará muy lejos de satisfacer las demandas del movimiento estudiantil e incluso estará lejos de cumplir con lo planteado en el programa de gobierno de la Nueva Mayoría.
¿Significa por eso que ya está todo perdido y que no tenemos nada que hacer? En ningún caso. Pensar de esa forma es asumir la derrota antes de empezar la pelea. Es traicionar el espíritu de transformación de 35 años de movimiento estudiantil. Ante un proyecto insuficiente y un Ministerio incapaz de recoger las demandas de estudiantes, funcionarios y rectores, nuestra respuesta debe ser reafirmar el compromiso de la disputa.
La posibilidad de una reforma educacional se dio gracias a la movilización estudiantil del 2011 y dejar de lado esa oportunidad de cambio sería una irresponsabilidad de carácter histórico. Para disputar la reforma no hace falta confiar ni en el Mineduc ni en el congreso. En lo único que tenemos que confiar es en la fuerza que tengamos en las calles y en la claridad y justeza de nuestras demandas.
Si tenemos un petitorio aprobado unánimemente por todas las universidades de la Confech, si tenemos a miles de estudiantes movilizados ¿Por qué dejarle la cancha abierta a los defensores del modelo? ¿Por qué no salir con la misma fuerza que salimos a las calles a disputar el carácter de la reforma?
Hoy toca pasar a la ofensiva, pero pasar a la ofensiva en todos los frentes. Seguir movilizados, pero combinar la movilización con una articulación amplia con todos los sectores que quieran fortalecer la educación pública, incluyendo a funcionarios, académicos y rectores.
Fortalecer nuestras asambleas y discusiones de base al mismo tiempo que tengamos que ir a defender nuestras demandas en la discusión legislativa. Seguir marchando pero exigiéndole al Ejecutivo que se modifique radicalmente la reforma que será presentada. Solo así podremos mirar a los que estuvieron y a los que vendrán y decirles que nuestra generación cumplió su objetivo: conquistar una educación superior pública, gratuita y de calidad.