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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

El Sename ya pasó de moda

El problema es que la vulnerabilidad infantil es invisible frente a los ojos de la ciudadanía y está lejos de ser una prioridad para el gobierno, pues ¿podemos hablar de una verdadera voluntad para dar solución, si los niños son un tema sólo cuando ocurre alguna tragedia?

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Magdalena Vergara Vial es Directora de Formación IdeaPaís

En medio de las turbulencias que está viviendo el Sename tras el informe que mostró la triste realidad de 185 muertes en los últimos diez años, la designación de Solange Huerta vino a remover aún más las aguas.

De uno y otro lado se cuestionan si acaso su designación no corresponde más bien a un pago de favores -dado su rol como ex fiscal en la investigación por las muertes del 27-F, en la que no imputó a las autoridades con responsabilidades ese día- y también el hecho de que su designación haya sido directa, pasando por alto a la Alta Dirección Pública. Es en este contexto que 15.000 niños siguen esperando una respuesta, pretendiendo no ser olvidados entre tanta tensión.

Y es que intencionadamente o no, el criticado nombramiento de Huerta ha funcionado como una suerte de voladero de luces para desviar la atención del debate. Lo que pasó con esos 185 niños muertos, las condiciones dentro del servicio y cómo se sienten los empleados del Sename, pasaron a ser una cuestión de segundo orden luego de que la designación de Huerta se tomara la agenda.
De hecho, la también cuestionada ministra de Justicia, Javiera Blanco, se comprometió públicamente a esclarecer los motivos de la muerte de los 185 niños en los centros del Sename para el día lunes en la comisión investigadora, pero se presentó sin saber ni dar respuestas por la razón de sus muertes. ¿Alguien preguntó por ellos?

El problema es que la vulnerabilidad infantil es invisible frente a los ojos de la ciudadanía y está lejos de ser una prioridad para el gobierno, pues ¿podemos hablar de una verdadera voluntad para dar solución, si los niños son un tema sólo cuando ocurre alguna tragedia?

¿Quién recuerda a Daniel Ballesteros? ¿Ya nos olvidamos de Lissette? ¿Quién se ha preocupado de que se cumplieran las órdenes que dictó la Corte Suprema para mejorar el sistema de protección en los tribunales de familia luego de conocer la precariedad del sistema? ¿Quién vela por dar solución a los abusos sexuales que se producen al interior de los hogares? ¿Qué ocurrió con el proyecto de ley presentado el 2012 (Boletín N° 8487-07) que transformaba al Sename en dos servicios independientes para separar a los niños vulnerados en sus derechos de aquellos que están en conflicto con la justicia?

Basta ya de preocuparnos si acaso las niños visten de rosa o las mujeres juegan con espadas, el “desprincezamiento” está lejos de ser la prioridad que hoy se le exige a nuestras autoridades. Basta ya de creer que el Sename es una caja de favores políticos donde uno se puede instalar cómodamente para vivir a expensas del Estado. Esto debe cambiar por un enfoque que considere más importante el profesionalismo de quienes trabajan allí. Basta ya de creer que Solange Huerta, por un asunto de comidillo político, merece más atención que los niños que viven en los centros bajo una situación de máxima precariedad. Preocupémonos de los problemas que realmente importan: la dignidad y el respeto de los derechos humanos de los 15.000 niños que se encuentran en los centros del Sename. No vaya a ser que pasen de moda una vez más y -aludiendo a los términos en que se refirió a los niños y niñas del Servicio la ministra Blanco- no podamos dar una solución porque ya se agotó el “stock”.

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