Bandas sonoras trascendentales: Trainspotting
La colección que hizo Danny Boyle es magistral porque fusionó a distintos artistas y tendencias en un compilado de catorce canciones que suenan como si las hubieran compuesto ayer. En definitiva, marcó a toda una generación con lo mejor de la escena musical de los noventa y le dio un segundo aire a alguna que otra joya compuesta años anteriores.
Bárbara Alcántara es Periodista especializada en música. Instagram: chicarollinga
Esos escasos segundos son suficientes para generar expectación por el estreno de la cinta, agendado para enero del próximo año, lo que nos permitirá ver a los míticos personajes veinte años después, además de escuchar la nueva banda sonora. Las expectativas son altas, ya que el soundtrack de Transpotting es uno de los discos fundamentales en cualquier colección por el ramillete de artistas que la componen y la calidad musical de cada uno. Revisemos el contexto en que nace el compilado:
El viaje comienza con Iggy Pop. La batería y pandero característicos de “Lust for life” son una inyección para nuestros sentidos, además de ser una canción enérgica, sexy y osada. Creada por el ex líder de The Stooges junto a David Bowie (quien canta en los coros) a fines de los setenta cuando se fueron a vivir a Berlín, con el objetivo de desintoxicarse y componer discos fundamentales en la carrera de ambos.
Continuamos con el ex Roxy Music, Brian Eno, quien hace su aporte con la minimalista “Deep blue day”, encargada de musicalizar la mítica escena llamada “el peor baño de Escocia”; aquí, el personaje de Ewan McGregor, Renton, decide buscar unos supositorios de opio en la tasa de un baño repulsivo. Inolvidable. (Originalmente “Golden years” era la elegida para dicha escena, pero a Bowie no le gustó la idea).
Luego transitamos por el rock electrónico de Primal Scream con la apacible y eterna “Trainspotting”, especialmente compuesta para la película, y ha servido de influencia para canciones como “Tomorrow comes today”, de Gorillaz. Después, se produce un impetuoso quiebre con la entrada de “Atomic”, versión que hizo la banda Sleeper – ya que Blondie, en un error garrafal, no autorizó el uso de la canción original – . La interpretación de la agrupación inglesa le da toda la onda a la escena en la que Renton ve por primera vez a Diane cuando están en un club llamado “Volcano”. Sublime.
Al terminar “Atomic” comienza la insuperable intro de “Temptation” de New Order, que tiene dos versiones: la primera, de 1982, es más lenta y con un sonido absolutamente vintage; mientras que la más famosa (la escogida por Boyle) se incluyó en el disco “Substance” de 1987.
Posteriormente nos encontramos con “Nightclubbing”, pieza del primer disco solista de Iggy Pop, “The Idiot” (1977), que también fue concebido en el mencionado periodo berlinés. Seguido de Pop, llega la canción que musicaliza la escena más descarnada de la película: sí, me refiero a la macabra secuencia de la guagua. Se trata de “Sing” de Blur, parte del primer disco de la banda, “Leisure” (1991), que se reeditará en estos días con motivo de la celebración de los veinticinco años desde su publicación.
“Perfect day” de Lou Reed continua el viaje. El clásico del ex Velvet Underground se desprende de “Transformer” (1972), disco que también contó con la colaboración de Bowie en la producción. “Mile end” de Pulp viene a poner el toque fresco, alegre y divertido. Es el lado B del single “Something changed”, perteneciente al insuperable “Different Class” (1995).
Del mismo modo, Danny Boyle decide incluir música “tecno” y elige “For what you dream on” de la pareja de DJ’s Bedrock y la vocalista KYO (es el único track que me parece anticuado a estas alturas). La canción antecede a “2:1” de Elástica, agrupación liderada por la apodada princesa del britpop, la talentosa Justine Frischmann, una de las fundadoras de Suede y novia de su líder, Brett Anderson, y luego novia de Damon Albarn. Todo relacionado, mi querido Watson.
Casi terminando (no quiero marearlos con tanto dato) aparece una canción que en ese entonces sonaba como del futuro, electrónica pura y suave con Leftfield y su “A final hit”, que nos preparaba para la bomba que se venía: “Born Slippy” de Underworld. Este track le da un toque audaz y único al soundtrack con esa melodía que va de menos a más para llevarnos al clímax del disco. Maravilloso.
Para finalizar, Damon Albarn se repite el plato con su primer trabajo como solista, con “Closet Romantic”, una especie de vals que podría sonar en un circo o en el supermercado. Ideal para terminar una función de teatro y bajar el telón.
La colección que hizo Danny Boyle es magistral porque fusionó a distintos artistas y tendencias en un compilado de catorce canciones que suenan como si las hubieran compuesto ayer. En definitiva, marcó a toda una generación con lo mejor de la escena musical de los noventa y le dio un segundo aire a alguna que otra joya compuesta años anteriores. Es una recopilación tan perfecta que, a veces, siento que adquiere mayor notoriedad que la misma película al pasar de los años.