Acuerdo por las AFP: un nuevo eufemismo para perpetuar un sistema
Es evidente que Bachelet aprendió la lección con el rechazo hegemónico a reformas, por lo que ahora, al querer maquillar el sistema de AFP, quiere recobrar la “amistad cívica” con el empresariado. Porque los acuerdos no han sido nada más que eso: establecer una buena relación con quienes se teme.
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
Volvemos a escuchar eso del “acuerdo nacional”. En esta ocasión el motivo de esta táctica casi institucionalizada en Chile, tiene que ver con la mejora del sistema previsional ya existente. O para dejarnos de rodeos: para continuar validando una lógica que no está dando resultado para la ciudadanía, pero sí para sus ideólogos.
Si fuéramos otro país, a lo mejor podríamos tranquilizarnos cuando los sectores que ostentan el poder dicen que harán un gran “acuerdo” para solucionar nuestros problemas. Pero el caso es que somos Chile y entendemos que cuando se dice “acordar” algo, solamente se está tratando de perpetuar justamente lo que se está pidiendo que se cambie, o por lo menos que se converse en un gran diálogo.
El “acuerdo” en Chile es el eufemismo para imponer. Se acordó una democracia y una manera de ver las instituciones que realmente fue impuesta por un grupo de economistas y militares que establecieron que su forma de ver la realidad no podía ser discutida. Porque, ¿cuánto se discutirá realmente cuando nuestros políticos y empresarios dicen que han llegado a acordar algo? ¿Habrá realmente posiciones diferentes y visiones contrapuestas que comulgan en un aspecto que los lleva a tomar una decisión? Lo dudo. Así no funciona el arte de gobernar acá.
En nuestras tierras la cosa es distinta. Toda persona con cargo de poder tiene clarísimo que hay cosas que no se pueden cambiar y que la carta de navegación no incluye hacer algo al respecto, sino solamente perpetuar algo apenas haciéndole unos pocos rasguños inofensivos.
Es evidente que Bachelet aprendió la lección con el rechazo hegemónico a reformas, por lo que ahora, al querer maquillar el sistema de AFP, quiere recobrar la “amistad cívica” con el empresariado. Porque los acuerdos no han sido nada más que eso: establecer una buena relación con quienes se teme. De lo contrario, no se entendería el poco arrojo en hacer política e intentar plantear soluciones que no siempre estén enmarcadas en una conveniencia fáctica.
Lo escrito no quiere decir que uno busque hacer una revolución o algo por el estilo, sino que las palabras tomen sus verdaderos significados y estos no sean desfigurados como se hizo durante toda la transición. Ya que hoy pareciera que no se resisten más actos simbólicos republicanos que intenten confundir a la democracia con el mercado desregulado y poco ético, lo que los ex presidentes y el gobierno están justamente haciendo.
¿Cómo podremos hacer entender que ya sabemos que los acuerdos no son realmente instancias en las que se acuerdan cosas? Pero más importante aún: ¿lograremos que haya una verdadera conversación en la que este tema no parta desde una concepción preconcebida que no pueda ser discutida? Estas preguntas son fundamentales para poder realizar un real debate democrático en donde las ideas sean contrapuestas y no se establezcan como doctrinas de fe, como pasa hoy en día.