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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Larga veda a la merluza

Ciertamente, las iniciativas de conservación y manejo responsable de los stocks pesqueros verán peligrar su éxito mientras la pesca ilegal siga activa. Así, hay consenso en que es un factor que disminuye notablemente las posibilidades de que la merluza común se recupere.

Por Valesca Montes
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Valesca Montes es Encargada de Pesquerías de WWF Chile. Ingeniero pesquero y licenciada en Ciencias del Mar de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y tiene un diplomado en Evaluación de Decisiones Estratégicas de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Este año la veda de la merluza común (Merluccius gayi gayi) no ha pasado desapercibida. En un contexto en que el tema pesquero ha estado en el tapete, debido a la ya completamente deslegitimada Ley de Pesca, varios ciudadanos han alzado la voz exponiendo sus puntos de vista y llamando la atención respecto a cómo los afectan medidas como éstas.

Pero la prohibición que se extiende durante un mes no es nueva y ha presentado variaciones en el tiempo. Esta medida se viene aplicando desde el 2006, siendo una de las principales herramientas que existen actualmente para apoyar la recuperación de esta pesquería, declarada en estado de colapso o agotamiento por la autoridad pesquera nacional.

No obstante, es claro que esta acción por sí sola no mejorará el panorama de la merluza, ya que debe ir acompañada de más esfuerzos, que involucran a múltiples actores.

Así lo entiende WWF Chile, organización ambiental que por estos días ha presentado una propuesta de cinco puntos clave para intentar revertir la deteriorada situación de la pesquería, una de las más populares del país y que está en evidente riesgo de desaparecer, afectando en forma directa a cerca de 10 mil pescadores y sus familias a lo largo del país.

Entre las iniciativas propuestas, justamente la veda aparece como un factor clave que estimamos debe ser ampliado, pues existe evidencia científica que lo sustenta. Esto, atendiendo a que la merluza común presenta dos periodos reproductivos, uno de baja frecuencia entre febrero y abril, y otro de alta frecuencia durante agosto y octubre, con un peak en septiembre.

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La idea es englobar por completo el principal periodo de reproducción de la merluza, por lo cual la veda debería abarcar tres meses -de agosto a octubre- y debiera extenderse también a la flota de arrastre de crustáceos, tal como sucede actualmente durante septiembre.

No hay duda de que una medida como ésta, que en el mediano plazo podría evitar llegar a una veda total, debe estar acompañada por un apoyo efectivo a los pescadores, a través de una plataforma social o de la apertura de la pesca para otras especies que permitan moverse a pesquerías diferentes durante la prohibición de extraer merluza común. Igualmente, se debería considerar a otros actores de la cadena, que en los últimos días han alzado la voz, como son los comerciantes de caletas, ferias libres y terminales pesqueros, que tienen en la merluza el principal pescado fresco que ofrecen a su clientela.

Un factor clave en este contexto tiene que ver con la fiscalización, tanto del Sernapesca, quienes durante este periodo dirigen sus esfuerzos en el control y fiscalización del cumplimiento de esta veda, como de la ciudadanía, quienes tienen el deber de denunciar si presencian un acto de ilegalidad.

Más medidas

La presente crisis también hace necesario reducir las cuotas de captura que anualmente aprueba Subpesca en base a los análisis del Comité Científico Técnico, que define un rango razonable para la cuota global. WWF espera que la autoridad determine el rango menor propuesto para el año 2017 y no el máximo como ha ocurrido los dos últimos años.

En cuanto a la talla, una merluza menor a 37 centímetros corresponde a individuos juveniles que no han logrado su madurez sexual, por tanto, no han podido reproducirse. Así, otra propuesta de WWF Chile apunta a recuperar la estructura poblacional de esta especie, estableciendo una talla mínima para que la extracción solo se sustente en ejemplares adultos de tallas igual o superiores a los mencionados 37 centímetros.

Una cuarta medida es la declaración de zonas de protección en las áreas clave para estos peces, tales como áreas de desove y zonas de alimentación de juveniles, las cuales deberían estar libres principalmente de pesca de arrastre y de todo tipo de operaciones de pesca.

Por último, un punto crítico para la supervivencia de la merluza es el poder contrarrestar el flagelo de la “pesca negra” o pesca ilegal. Los instrumentos actuales para combatirla se han mostrado poco efectivos y débiles para abarcar esta unidad de pesquería tan amplia, pues además de la gran cantidad de puntos de desembarque se debe realizar fiscalización en ruta y a los lugares de destino de la pesca.

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Ciertamente, las iniciativas de conservación y manejo responsable de los stocks pesqueros verán peligrar su éxito mientras la pesca ilegal siga activa. Así, hay consenso en que es un factor que disminuye notablemente las posibilidades de que la merluza común se recupere. Igualmente, tiene un impacto directo en la economía de los pescadores artesanales que pescan legalmente, pues no pueden competir con merluza ilegal que se vende a precios considerablemente menores a los comerciantes, quienes logran un mayor margen de ganancia.

Por tanto, WWF Chile está explorando diversos ejemplos a nivel internacional con miras a recoger esa experiencia en la materia y poder robustecer el control y los procesos sancionatorios, así como el seguimiento de los casos. De igual modo, hay acciones que pueden implementarse en el corto plazo, como establecer puntos de desembarque obligatorios, lo que ayudaría a concentrar los esfuerzos de fiscalización a áreas o lugares más acotados y realizar controles obligatorios en ruta a quienes transportan productos del mar.

Recuperar la pesquería de merluza común no es una tarea fácil y requiere la convicción y compromiso de múltiples actores, incluyendo desde quienes pescan hasta los consumidores finales. Evidentemente la autoridad pesquera también juega un papel relevante y esperamos que pueda tomar en consideración las medidas que se han propuesto.

Comprender la importancia que tiene esta pesquería no sólo desde el punto de vista social, sino que también biológico, como parte fundamental de la cadena trófica de nuestro mar, es un desafío importante que necesita de la articulación de las diversas instituciones públicas y privadas en pos del fomento de la educación sobre nuestros recursos pesqueros.

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