Declaraciones de Luksic: un nuevo triunfo del capital sobre la democracia
"Es más fácil odiar a Ricardo Lagos y culparlo de todos los males antes que detenerse a pensar en el país en el que gobernó. Está más al alcance de la mano escupirlo, llamarlo “asesino de la educación” que culparnos a nosotros mismos por no haber hecho nada de lo que hoy estamos haciendo en su gobierno lleno de errores".
Francisco Méndez es Periodista, columnista.
Andrónico Luksic volvió a hablar. Esta vez no lo hizo sin contestar preguntas, sino que respondió en La Tercera a una serie de interrogantes políticas y contingentes que un periodista del diario le hizo como si fuera un político, un líder de opinión o un personaje que alguna vez se hubiese sometido a alguna votación popular.
Preguntado sobre lo humano y casi hasta sobre lo divino, Luksic se acomodó en su oficina para contestar ampliamente sobre lo que considera bueno y malo de la realidad chilena. En su opinión, el país se está “cayendo a pedazos” y debemos “levantarlo entre todos”, como si su veredicto sobre la realidad nacional fuera un factor importante en la discusión política nacional. Y pareciera que así es.
Luksic usó una tribuna política para recordarnos que en Chile ellos, los dueños del capital, son un actor relevante, una mirada que se debe considerar y que, aunque no lo digan, son los únicos que están haciendo política de manera soterrada gracias al conveniente desprecio de la ciudadanía hacia los políticos.
El tono con el que el empresario habló, casi desde una cierta pureza impoluta, nos da señales claras de que nosotros lo hemos convertido en opinólogo gracias a nuestro desdén hacia todo quien circule por los pasillos del Congreso Nacional. Porque Luksic se siente libre para dar diagnósticos y consejos a quienes conducen el país debido que, de manera irresponsable, les hemos ido quitando legitimidad democrática a quienes legislan para así ir empoderando más aún a ese poder que no fue electo por nadie.
Las declaraciones de Andrónico son el triunfo definitivo del capital por sobre las instituciones democráticas. No hemos sido capaces de pensar, de darnos cuenta de que la real ilegitimidad de dichas instituciones se da precisamente a que están construidas sobre la lógica de que el poder monetario es más más fuerte y más relevante que el republicano. Pero sobre todo, y de manera torpe, no nos hemos detenido a razonar sobre que la crisis que vive Chile no se da por el exceso de política y de políticos, sino por la sumisión de estos últimos al poder empresarial.
A quienes concentran el poder económico no los culpamos tanto como a quienes se entregaron a ellos al dar por perdida la batalla. Aunque muchas veces digamos lo contrario, lo concreto es que preferimos responsabilizar únicamente a quienes debieron legislar y conducir al país olvidando su raíz socialista. Ya que culpar a los “emprendedores” que han pasado por sobre el orden democrático, con tal de hacer prevalecer sus negocios, nos parece demasiado peligroso.
Porque es más fácil odiar a Ricardo Lagos y culparlo de todos los males antes que detenerse a pensar en el país en el que gobernó. Está más al alcance de la mano escupirlo, llamarlo “asesino de la educación” que culparnos a nosotros mismos por no haber hecho nada de lo que hoy estamos haciendo en su gobierno lleno de errores. Y es que actuamos como si en ese entonces no hubiésemos existido, como si tuviéramos menos edad de la que realmente tenemos, preferimos seguir culpando a quienes nunca tuvieron el poder real mientras validamos la opinión de un empresario al rebatirla como si tuviera más importancia que la de un líder político.
Le estamos haciendo el juego a los medios de comunicación al creer que Luksic debe hablar sobre Chile como si le perteneciera. Si bien refunfuñamos ante sus declaraciones, lo cierto es que tal vez sin quererlo estamos conformándonos con la idea de que hable desde un podio más importante del que debería tener en una sociedad realmente democrática.