Los treinta años de “Pateando piedras”
El trío se había convertido en los precursores del fenómeno llamado rock latino. Un 15 de septiembre de 1986 Los Prisioneros se consolidan como una leyenda viviente y hoy, treinta años después, "Pateando piedras" es una pieza fundamental de la cultura popular chilena.
Bárbara Alcántara es Periodista especializada en música. Instagram: chicarollinga
Jorge González parece estar más amable y humano. Eso deja ver en las entrevistas que ha dado últimamente a La Tercera y a The Clinic. Ya pasaron los tiempos de las adicciones, de las provocaciones extremas, de aquellos memorables comportamientos punkies que le dieron onda a la farándula del rock chileno.
Hoy a sus cincuenta y un años, volvió a San Miguel, se levanta temprano, vive con su padre y se rehabilita en el centro de la Teletón después del infarto cerebral que lo tuvo al borde de la muerte. Además, afirma que, artísticamente, le gustaría envejecer como Leonard Cohen y a propósito del paso del tiempo y envejecer bien; esta semana el líder y compositor de una de las bandas más importantes del rock chileno, celebra treinta años después de haber creado una de las obras maestras del rock chileno: “Pateando piedras”.
Situémonos en el lunes 15 de septiembre de 1986, Los Prisioneros lanzan su esperado segundo disco, el que había sido compuesto mayoritariamente durante los trayectos de la gira de promoción de “La voz de los 80”. Los seguidores del trío sanmiguelino esperan con ansias el nuevo trabajo, seguramente
porque será igual o más rockero que su debut —influenciado por el punk de The Clash— sin embargo se encuentran con una propuesta electropop.
Las nuevas composiciones de González evocan a bandas new wave como Depeche Mode, Human League o Heaven 17. Para esto usa tres sintetizadores Casio, una batería electrónica y sólo incluye guitarra en tres de las diez canciones que componen el disco. Las letras, eso sí, mantienen la ira, agudeza e irreverencia que los caracteriza, centrándose en los problemas sociales de los jóvenes de la clase media baja de la época. Por otro lado, la imagen de la carátula es menos agresiva, mucho más amable de lo que solían proyectar; la idea es acercarlos al pueblo y lograr masividad.
“Pateando piedras” arranca de manera impetuosa con “Muevan las industrias”, grabada en su totalidad por Jorge González ya que Tapia y Narea no participaron del proceso. Es el inicio de la transformación y la nueva línea que seguiría la banda, causando gran impresión especialmente por la sonoridad de la batería.
Si bien, la entrega está colmada de grandes canciones, tales como “Por favor”, “Quieren dinero”, “Independencia cultural”, “Por qué no se van”; su esencia es “El baile de los que sobran”, la que rápidamente se transforma en un himno del pueblo. Inicialmente comenzaba con sonidos hechos con la caja de ritmos pero, según González, el resultado era algo insípido por lo que posteriormente probaron con la guitarra acústica y le agregaron el clásico efecto del perrito.
Según Ricardo Martínez, profesor de Música y Letra de la UDP y panelista musical del programa radial “ADN contigo”, “‘El baile de los que sobran’ es el ‘Let it be’ de Los Prisioneros y es, sin lugar a dudas, una de las canciones más importantes que se ha facturado en el rock nacional en todos los tiempos. Habría que buscar algo como ‘Todos juntos’ de Los Jaivas para encontrar un himno similar. Fue una canción que representó a un grupo de la población que se sentía aislada y los invitó a bailar una danza triste pero colectiva, centrada en los marginados y fracasados pero que les restauraba la dignidad”.
“Pateando piedras” convierte a Narea, Tapia y González en un fenómeno social y musical. Las radios los habían ignorado pero ya no podían seguir haciéndolo; si no los programaban sencillamente perdían a sus auditores. Los jóvenes bailaban sus canciones frente al espejo y jugaban a ser ellos con una escoba que simulaba ser la guitarra y un par de ollas la batería.
La agrupación había llegado para quedarse, habían desafiado a la censura que imponía la dictadura cuyas manos estaban atadas; ya era muy tarde para perseguirlos debido al nivel de popularidad que habían alcanzado tanto en Chile como en el extranjero. El trío se había convertido en los precursores del fenómeno llamado rock latino. Un 15 de septiembre de 1986 Los Prisioneros se consolidan como una leyenda viviente y hoy, treinta años después, “Pateando piedras” es una pieza fundamental de la cultura popular chilena.