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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

¡Tú también Rafael Garay!

"Por ahora no se puede saber cómo terminará este episodio, tan propio de la modernidad y del laissez faire, laissez passer, en la cual nos desenvolvemos, y lo que sí está claro, aunque muchos temerarios no lo admitan, es la vigencia del antiguo y conservador dicho “en la confianza está el peligro”, ya que este tipo de personajes avasalladores continuarán vendiendo pomadas".

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Patricio Herman es Presidente Fundación Defendamos la Ciudad

Desde hace unos cuantos años, en infinidad de ocasiones, escuchamos y leímos sus esclarecedores y fundados comentarios económicos y financieros en los canales de televisión, en radios y medios escritos, siempre él protegiendo el imperio de la ley, el correcto funcionamiento de los mercados y los derechos de los más vulnerables. Lo hacía con una convicción y despliegue de conocimientos técnicos que nadie podía poner en duda y por ello justificadamente él tenía una credibilidad a toda prueba.

Era un afamado y talentoso hombre público que se destacaba por su formal elegancia en el vestir y por su llamativa calva cabeza que debería rasurar diariamente en la ducha de su casa y por ello, transitando hace un par de semanas por la acera norte de la avenida Isidora Goyenechea, comuna de Las Condes, lo advertimos sentado solo y cabizbajo en uno de los numerosos y artísticos escaños de madera existentes en ese boulevard lleno de excelentes restaurantes, enfrente de la torre comercial-habitacional de 30 pisos en donde se localiza, entre otros, el hotel W.

Todos conocemos la infinidad de corrupción existente en Chile y no tiene sentido en esta oportunidad recordar la putrefacción que se produce en todos los sectores de la economía con pechugones actores privados que hacen gala de sus pillerías para saltarse las legislaciones, lacra que se posibilita por la voluntaria ausencia de un Estado fiscalizador. Hemos llegado al convencimiento que la administración pública en Chile, con las debidas excepciones, se ha transformado en socia tácita de los particulares que sacan ventajas indebidas en los mercados, aprovechando la impunidad que se observa en unos cuantos delitos de connotación económica.

En el ámbito de los rendimientos de las platas, vale decir, las utilidades del capital que buscan muchos, se han inventado diferentes empresas para defraudar a los incautos privados que buscan mayores ganancias a las razonables y en tal sentido el Ministerio Público, con sus cancerberos fiscales, está haciendo muy bien su pega con varios de ellos que están en Chile, como por ejemplo con el operador de la Bolsa, Francisco Montaner, también ex comentarista en TV, ya que todavía míster Chang, el de Arcano, sigue disfrutando de las maravillosas playas de la isla de Malta, rodeado de hermosas y jóvenes féminas que le hacen cariñitos en su cara. Jadue, el del fútbol, aunque su rol no era succionar dinero de terceros ofreciendo altas rentabilidades, sino lucrar con trampas con sus amigos dirigentes de la FIFA, tampoco es habido porque, debido a un acuerdo con el FBI para que diga todo lo que sabe, sigue disfrutando de la buena vida en Miami, USA.

Rafael Garay tenía sus empresas de inversiones, todas con nombres en inglés porque utilizar anglicismos es de buen tono y con ellas, gracias a sus habilidades técnicas y pomposidad en el dialogar, multiplicaba los capitales de sus clientes, los que llegaban a varias centenas en Concepción donde nació y en Santiago. El hombre era experto en los duros deportes cuerpo a cuerpo que se cultivan en los países asiáticos y además, era fanático de los automóviles Mercedes Benz, los mismos que aludía Pepito Piñera cuando defendía en TVN, con excesiva locuacidad y afectación a sus queridas AFP,s

Pero, siempre hay un pero, desde hace un tiempo a esta parte, él ha estado informando con su habitual persuasión, por casi todos los medios de prensa, que tiene un cáncer en su cerebro, grave enfermedad que lo ha obligado a tratarse con diversos especialistas, uno de los cuales se desempeña en una conocida clínica que está en Paris, Francia, motivo por el cual recientemente tuvo que viajar a la ciudad luz: después se supo con extrañeza que no estaba registrado en tal clínica.

Como este circunspecto ingeniero comercial de la Universidad del Desarrollo es muy ordenado, les expresó a todos sus acreedores que sus fondos les serían restituidos en fechas próximas porque él tenía pocas esperanzas de mantenerse activo, pero como algunos de sus clientes no le creyeron, iniciaron acciones judiciales en su contra porque visualizaban que sus anhelados dineros estaban prófugos. Uno de esos privados desconfiados, con justa razón, es un conocido periodista y conductor de televisión, el que incluso, según sus propias palabras, se consideraba su amigo.

Lo que rebasó el vaso de la sospecha fue su solicitud de certificado de soltería en las oficinas del Consulado de Chile en Bucarest, Rumania, y por este motivo se encendieron las alarmas, ya que ahora no se trata solo de su curiosa desaparición por presunta desgracia, sino que hay una orden de detención internacional, la que, por lo menos, lo obligaría a no salir de ese país con la posibilidad cierta de que ya esté casado con su misteriosa novia rumana, ello a pesar de que tiene otra enamorada en Chile la que, como era lógico, no se expresó en muy buenos términos de su desertora pareja, poniendo ella en duda la existencia de la grave enfermedad propagada por el avispado Garay.

Como Chile no tiene un tratado de extradición con Rumania, si el hombre ya contrajo nupcias y por lo tanto ya dispone de papeles que acreditan su matrimonio con una hija de esa tierra, traerlo al país será muy engorroso y en todo caso nos llama la atención que, a diferencia de otros “expertos” en inversiones, los clientes de Garay mayoritariamente eran personas de clase media que carecían de patrimonios.

Por ahora no se puede saber cómo terminará este episodio, tan propio de la modernidad y del laissez faire, laissez passer, en la cual nos desenvolvemos, y lo que sí está claro, aunque muchos temerarios no lo admitan, es la vigencia del antiguo y conservador dicho “en la confianza está el peligro”, ya que este tipo de personajes avasalladores continuarán vendiendo pomadas.

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