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Actualizado el 25 de Noviembre de 2020

Sostenibilidad en Chile: ¿En velocidad de crucero?

Las compañías, al menos, deberían aspirar a ser una “empresa consciente” y vinculante con la debida implicación de los grupos de interés y mostrando hacia ellos transparencia en la rendición de cuentas. El tema no es menor, para ellos, las cartas están jugadas: marca, reputación, creación de valor sostenible a largo plazo y confianza en los accionistas.

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José Ignacio Catenacci Martín es Periodista y académico en diversas universidades del país, Magíster en Comunicación Corporativa y Responsabilidad Social Empresarial. Ha colaborado en varios medios de comunicación. Actualmente, se desempeña como Jefe de Comunicaciones y Marketing de Red Pacto Global Chile, entidad de Naciones Unidas.

De manera paulatina el concepto de sostenibilidad se ha instalado en el engranaje corporativo de la gestión empresarial, gracias a entidades como Pacto Global, Acción y Prohumana, y también se han sumado más actores con el fin de aportar o exigir más en este ámbito.

Incluso, durante el presente año, se hizo un evento en estación Mapocho llamado: “Diálogos”. En dicho espacio participaron más de 20 organizaciones que difunden estos temas, amparados en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que promueve Naciones Unidas en conjunto con Pacto Global.

Y es una buena señal, puesto que el concepto de sostenibilidad radica en la capacidad de escucha, de diálogo y de mostrar capacidad de respuesta.
En ese contexto, a diferencia de otros enfoques, el “gen” de este tema son sus paredes de cristal que permiten el acceso a una serie de actores.

Frente a este escenario ¿qué le solicitaríamos? básicamente resultados. Lo cual significa reducir impactos negativos y maximizar los positivos. Y para aquello se necesita que más empresas se sumen a implementar estrategias de sostenibilidad que estén ligadas a su foco del negocio, sumado a que los distintos actores sociales puedan desarrollar proyectos en conjunto.

De hecho ya se lleva acabo, sin embargo, falta aún más masa crítica en el número de empresas en el país que se suban al “carro de la sostenibilidad”. Y es que es necesario un mayor aporte desde el mundo empresarial dado que si bien ellos no manejan el know how, en varios de los tópicos que trata este concepto, si tienen el nivel de profesionales y recursos disponibles para poder “cruzarlos” con el conocimiento de las ONGs.

Ahora, no sólo de resultados vive la sostenibilidad, debido a que estamos frente a una forma de hacer negocios que muchas veces cuesta cuantificar por su transversalidad de tópicos y una gestión compleja que debe ser adaptada a la realidad de cada empresa. Es decir, no existe una receta única pero si algunos parámetros básicos como el reporte de sostenibilidad en formato GRI, la norma ISO 26000 y las pautas que proporciona el Pacto Global de Naciones Unidas en base a sus 10 Principios y los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible que promueve a nivel mundial.

Las compañías, al menos, deberían aspirar a ser una “empresa consciente” y vinculante con la debida implicación de los grupos de interés y mostrando hacia ellos transparencia en la rendición de cuentas. El tema no es menor, para ellos, las cartas están jugadas: marca, reputación, creación de valor sostenible a largo plazo y confianza en los accionistas.


Lamentablemente, algunas compañías se han quedado solo en presentar un buen reporte de sostenibilidad, que como esfuerzo es muy positivo, pero a esta altura bastante insuficiente.
En la actualidad, se exige a una entidad más vinculante dado los retos corporativos que piden mejores relaciones con las ONGs y los estamentos de gobierno encargados de impulsar la agenda 2030 basada en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En ese sentido, el gran reto pendiente es sumar más empresas a estos temas, debido a que en la actualidad, no deben ser más de 80 las que en Chile participan activamente. A esto se le debe sumar a una ciudadanía cada vez más informada que puede convertir su acción de compra en un voto consciente, premiando a aquellos operadores más comprometidos. Entonces, recién ahí, podríamos decir que la sostenibilidad se impulsa en velocidad de crucero. Por ahora, no queda más que seguir remando o pasando cambios.

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