La educación de Chile frente a América Latina: el Jaguar está cojo
Nuestros países hermanos se sorprenden de escuchar que “el Jaguar” también padece realidades que duelen. Que acá, pese a haber triplicado el gasto en educación en los últimos 10 años, aún hay escuelas con salas y baños indignos. Que son 90 mil estudiantes al año abandonando el sistema educativo. Que somos una fábrica de exclusión y deserción escolar.
Mirentxu Anaya es Socióloga PUC y Master en Sociología por Sciences Po París. Presidenta Ejecutiva de Educación 2020
Más de 22 millones de niños y niñas en Latinoamérica tienen un paso intermitente por la escuela y un fuerte rezago escolar. Muchos quedan fuera del sistema. ¿Cómo retenerles para que no abandonen sus estudios? 14 organizaciones de América Latina y Centro América dedicadas a la educación, entre ellas Educación 2020, reflexionaron y propusieron a las autoridades de la región políticas urgentes para abordar el problema de la deserción escolar.
Los estudios dicen que niños y niñas abandonan la escuela porque necesitan trabajar dentro de sus casas o fuera de ellas para aportar en la familia, porque no tienen colegios cerca, porque no tienen transporte o porque no le encuentran sentido a ir al colegio. Esto último es dramático. Muchas veces es poco atractivo estar en clases. No es estimulante ni acogedor para aprender que tu colegio tenga baños sucios, murallas grises y ventanas rotas. Así se truncan proyectos de vida y se crea una ciudadanía frustrada. Abandonan el colegio y muchos, aún siendo niños, se transforman en padres y madres o son atrapados por la delincuencia. Algunos se la juegan y vuelven al sistema educativo. Pero son los menos. El impacto de este problema para el desarrollo de cualquier país es gigantesco.
Frente a este escenario desalentador, los especialistas sugieren que los gobiernos construyan políticas públicas urgentes, que promuevan cinco puntos: uno, la dignidad de los espacios escolares. Dos, una oferta escolar (con transporte y alimentación) en todos los territorios. Tres, un buen comienzo en primera infancia. Cuatro, metas claras de aprendizaje para todos los ciclos educativos, que aseguren que cada estudiante esté en su nivel adeduado. Y cinco, docentes de calidad, que tengan cercanía y preocupación por los temas psicosociales de sus estudiantes.
En el encuentro de ONG latinoamericanas, Educación 2020 expuso sobre estas cinco dimensiones en Chile. Hubo una mirada atenta de los demás países mientras hablábabamos. Nuestros países hermanos admiran a Chile y esperan que “el Jaguar” devele cómo se hacen las cosas. Partimos aclarando: “en Chile en los últimos 10 años han muerto más de 1.200 niños y niñas en nuestros centros estatales de protección de menores”. Los rostros de la audiencia se desfiguran. Nos piden que corroboremos el dato, porque varios no lo creen.
Luego, analizamos la etapa escolar. Contamos que hemos logrado llenar las sillas de las salas de clases y tener la cobertura más alta de Latinoamérica, pero nuestros resultados de aprendizaje se mantienen estancados hace décadas. Los niños y niñas no están aprendiendo. El 76% los estudiantes de octavo básico no tienen los conocimientos adecuados para entender al profesor de matemática que tiene en frente. En una sala de 40 estudiantes, 8 están comprendiendo, el resto son potenciales desertores del sistema, que estando, no están. En Chile no hay políticas educativas que ayuden a las escuelas a que sus niños y niñas logren los aprendizaje que se esperan para su edad y nivel. Entonces pasan horas y horas en la sala de clases, sin entender nada, creyendo que es su culpa.
Nuestros países hermanos se sorprenden de escuchar que “el Jaguar” también padece realidades que duelen. Que acá, pese a haber triplicado el gasto en educación en los últimos 10 años, aún hay escuelas con salas y baños indignos. Que son 90 mil estudiantes al año abandonando el sistema educativo. Que somos una fábrica de exclusión y deserción escolar.
“El Jaguar” está cojo. Está dificil hablar del “Chilean way” con tanto orgullo frente a nuestros amigos latinoamericanos. Volvemos a Chile esperando que de verdad nuestro gobierno actúe con fuerza, que promueva las políticas públicas sugeridas, que la escuela sea un espacio de retención y que de una buena vez cumpla el objetivo para el que está hecha: acoger a estudiantes para que aprendan con sentido para la vida, sintiéndose protegidos y queridos.