Start Up Chile no se puede medir en centímetros
Roberto Musso es Presidente Grupo Digevo
Hace unas semanas atrás, La Tercera, publicó una nota titulada “Lo que Start-Up Chile nos dejó”, artículo que repasó los inicios del programa de emprendimiento, los cambios y cuál es su aporte real. Una de las frases que me llamó poderosamente la atención fue: “un estudio encargado por el Ministerio de Economía evaluó que los proyectos liderados por chilenos entre 2011 y 2013, no han logrado, en conjunto, impactar significativamente en la economía”.
Esta afirmación me parece injusta, ya que los mismos estudios realizados por el Ministerio de Economía, hablan de que el emprendimiento es clave porque los trabajadores por cuenta propia y los empleos asalariados dados por PYMES, representan más del 70% de la totalidad del empleo en Chile. En esto estoy totalmente de acuerdo. Aún más: creo que en el futuro esta relevancia de las pequeñas empresas será aún mayor.
Hoy la economía cambió. Ya no se basa en tierras, capital o petróleo. Se basa en tecnología, algoritmos y talento. Es la economía del conocimiento. Hoy Chile necesita y debe entrar en la economía del conocimiento. El emprendimiento es la única vía para lograrlo y permitir que abandonemos por fin el estado de subdesarrollo en que nos dejó la economía anterior.
Hace seis años se inició uno de los programas más ambiciosos del Ministerio de Economía y la Corfo. Start-up Chile busca posicionar a nuestro país como el polo de innovación y emprendimiento en Latinoamérica, atrayendo proyectos, buscando nuevos talentos y apoyándolos en sus distintas fases de crecimiento y expansión. Es un paso en la dirección correcta.
En Chile estamos dando nuestros primeros pasos en pro de la innovación y el emprendimiento tecnológico, pero todavía falta mucho. Las grandes empresas aún están demasiado cómodas en sus posiciones competitivas. No necesitan innovar decididamente para mantener sus utilidades. Las universidades, salvo honrosas excepciones, están distraídas con discusiones más contingentes, como la gratuidad y la reforma. La clase política, ni hablar. En este desierto, destaca lo que hace Corfo en apoyo del emprendimiento, y, particularmente, la labor de Start-up Chile, promoviendo un cambio cultural en la dirección adecuada.
La gestión en la economía de la información no es simple y fácil como antes. Ya no se trata de comprar barato y vender caro. Ahora se debe crear valor y poner foco especial en el usuario, en lo que nuestras empresas no son particularmente destacadas. No se trata tampoco de definir estructuras jerárquicas sencillas y obsoletas al interior de las organizaciones. A los talentos capaces de construir la nueva economía no se les puede dar instrucciones autoritarias, se les conquista para que su propósito coincida con el de las empresas y se les da autonomía. Hoy el ecosistema del emprendimiento es actor principal en el cambio que requerimos en la economía del país y, frente a esto, no cabe más que prestarle todo nuestro apoyo.
Las nuevas compañías en sus fases más tempranas no se miden sólo por potenciales utilidades, sino por tracción de usuarios, apropiabilidad de su modelo de negocios y capacidad de sus equipos de orquestar. La rentabilidad será una consecuencia de todos esto. Sacar conclusiones y medir prematuramente a Start-up Chile de acuerdo al número de empleos creados o por facturación, es no comprender las reglas del nuevo juego económico que hoy se sustenta en el conocimiento, tecnología e innovación.
Nuestros hijos trabajarán en un mundo hiper conectado en que su calidad de vida quedará definida por cuán bien se desenvuelvan en entornos en que reinarán las redes de emprendimientos, la tecnología, la flexibilidad y la colaboración. No podemos darnos el lujo de quedarnos afuera de esta nueva revolución industrial, esta vez, la de la información, por evaluar en centímetros los esfuerzos que deben medirse en parsecs. Simplemente no tiene sentido. Evaluemos con sentido de estrategia. De estrategia digital.